Hace unos años, el 21 de marzo, mi hija Ana cursaba preescolar y una mamá se acercó a contarme la siguiente anécdota. Ella había comprado medias “desiguales” para que su hija participara en la conmemoración del 21/3. Cuando le puso las medias a su hija, esta le preguntó el porqué de esas medias diferentes. La mamá le explicó que se trataba de niños como Ana. La niña, confundida, le preguntó a qué se refería, si Ana era otra niña como ella.
Esa historia marcó mi vida como mamá, pues entendí cuál era mi meta para con Ana: la verdadera y real inclusión, aquella en la que los niños ni siquiera perciben una diferencia dentro del aula. Una inclusión que, con una adecuada inmersión y estrategia educativa, permita que el derecho a la educación en igualdad y equidad se materialice.
Aunque esta sigue siendo mi meta, hoy en día he recorrido más camino y mi visión se ha ajustado a una versión menos idealizada y algo más detallada. Ya no la generalizo ni la idealizo, y sobre todo, entiendo que es una lucha social constante, que no es estática ni homogénea. La inclusión debe adaptarse a cada niño o niña, y a cada situación particular.
Quise escribir sobre esto porque muchos padres que, este año, con gran incertidumbre o temor, conmemoran su primer 21/3 necesitan leerlo y sentirse acompañados en el proceso que recién comienza. Pero, me pregunto:
¿La inclusión es viable? SÍ.
¿La inclusión es importante? SÍ.
¿La inclusión es un hecho? Sí y no. No debemos darla por sentada. Hoy disfrutamos de los logros de décadas pasadas, pero la lucha sigue siendo diaria. Todos los días enfrentamos retos variables: a veces son factores externos; otras veces, internos, pero la verdad es que siempre hay situaciones que mejorar, y eso no debe frenarnos ni por un momento.
¿La inclusión es para todos? Puede serlo, pero también hay alternativas, y eso está bien. No hay una sola respuesta. No es obligatorio que todos sigan la misma ruta, porque cada niño y cada familia es diferente. Cada historia será única, pero eso no significa que no podamos compartir y aprender de los caminos de otros.
¿La inclusión es más fácil? NO. Nada sobre criar hijos es fácil, con o sin inclusión, con o sin condición. No se trata de que sea fácil, sino de brindar una educación de calidad, adecuada a sus capacidades, sin importar su condición. Se trata de ayudarles a alcanzar su máximo potencial, respetando siempre sus derechos.
Nuestra realidad es que no todos nos apoyarán en el camino, no todos entenderán nuestra lucha, pero el respeto a los derechos fundamentales de nuestros hijos es nuestra misión de vida. Por eso, los invito a continuar la lucha social por el respeto a nuestras diferencias. Esta fecha, el 21/3, se trata de reflexionar sobre lo que hemos alcanzado y lo que aún nos falta por lograr todos juntos: diferentes, pero iguales.
Y a la sociedad, una pequeña reflexión: si no nos apoyan, no usen las medias. Si se las ponen, que sea porque creen y respetan nuestra lucha por los derechos de nuestras familias.
Paula Cristina Villalobos Solano es médica salubrista y epidemióloga.
