Hace 15 años, trabajando para la cooperación española, visitaba con mucha frecuencia Guatemala, particularmente la ciudad de Antigua. En una oportunidad, al doblar una esquina, leí un grafiti que, seguramente, alguien muy nacionalista había escrito en una pared: “Belice es nuestro”. Sin embargo, justo debajo de esta frase, alguien (quizá más crítico) colocó unos puntos suspensivos y añadió: “... pero Antigua ya no”.
En São Pablo, Brasil, la profesora Teresa Caldeira, ha estudiado lo que ocurre ante fenómenos como los que se muestran en los grafitis anteriores, en donde los procesos de globalización de las economías locales van poco a poco redefiniendo las identidades en determinados territorios. Asimismo, estudios como los de Glotfelty y Fromm (1996), Ferrer Ruiz (2011), Bajtin, (2003), Aventín Fontana (2011), Sawadogo (2007) y Urys, Kozak y Barabash (2021) han demostrado que la literatura no solo es un factor fundamental para comprender la construcción de la identidad, sino que, además, constituye un instrumento vital para influir en el desarrollo de la identidad nacional, local e individual.
En función de ello, desde la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, Campus Nicoya, tomamos una muestra de 315 poemas de escritoras y escritores contemporáneos con el fin de analizar la forma en que las identidades han sido trastocadas como resultado de la expansión del modelo económico que predomina en esta provincia.
Así, por ejemplo, en el poema Guana vibes, de Sheila Judith Santana Mora (2025), se destaca esa resistencia frente a las manifestaciones económicas dominantes en la realidad guanacasteca al expresar lo siguiente, “¡Zumba que zumba la gringa en su lujosa mansión! ¡Mientras los guanacastecos vivimos a raja coyol!”.
La visión identitaria que se desprende del análisis del texto de Santana Mora es una que oscila entre la alienación y el arraigo. Por un lado, el sujeto poético se ve como alguien marginado y separado del mundo; por otro, encuentra una forma de expresar su identidad a través de lo local, de lo íntimo y de lo cotidiano. Esto hace que su poesía sea una exploración de las tensiones entre el yo y el mundo, entre el desarraigo y la pertenencia. Es esta contradicción que se advierte hoy bajo el término contemporáneo de “gentrificación”.
Entretanto, en el texto Orgullosos de ser guanacastecos, de Mercedes Rojas (2025), se muestran los cambios económicos que han venido ocurriendo en la provincia y que, además, llaman a la meditación sobre las transformaciones identitarias que el devenir de la economía implica:
“Vemos a Tilarán como la tierra del viento; hidroeléctrica y eólicas son su mayor sustento. Y la majestuosa e imponente laguna del Arenal nos obliga a detenernos, y en ella, meditar. En Abangares, existe producción agropecuaria, obtener cemento y sal también son tareas diarias. Porque el beneficio de minas pasó a segundo plano, labor que por muchos años estuvieron realizando”.
El texto de Rojas nos advierte de que la cultura de un determinado territorio no solo es reflejo de la identidad colectiva, sino que también revela la manera en que ciertas actividades económicas han ido configurando y reconfigurando la identidad de estos territorios a través de su relación con la naturaleza, la economía y la historia.
De igual manera, Wilson Murillo Porras (2025), recupera el valor del territorio de la provincia en la visión de mundo, pero, a la vez, advierte sobre los efectos contemporáneos de las transformaciones económicas que se experimentan. En el poema Guanacaste, este autor escribe lo siguiente: “Valle fértil, alegría del campesino, herramienta en mano despide el día. Rugidos volcánicos, oleaje marino arrastra consigo penas y alegrías. Flora y fauna se extinguen con el tiempo, folclor perdido, páginas escritas. Lucha constante, labriego sencillo clama oportunidades, amenazante tecnología”.
Murillo Porras presenta la identidad arraigada en el trabajo agrícola, la conexión con la naturaleza y ciertas tradiciones culturales vinculadas a estos símbolos. Sin embargo, esta imagen se ve amenazada por elementos que marcan el “no-yo”, como lo son la extinción de flora y fauna, la pérdida de la importancia de las tradiciones de antaño, la amenaza de la tecnología y el desplazamiento no solo físico, sino también identitario.
Por su parte, en el poema, Quijote humana, de Marjorie Segura Rodríguez (2025), se lee: “Yo sueño con un mundo viejo con remiendos pata al suelo, un mundo sin egoísmo en que vivía mi abuelo. Hoy vivimos con avances Internet y celular, el hueco en el pantalón es de moda nada más. La ropa toda de marca, el cerebro seco, frío; yo sueño con trapos viejos de mi infancia, tiempos idos”. En este sentido, Quijote humana expresa una visión de la identidad en tensión entre el pasado y el presente, mostrando cómo la modernidad ha transformado valores y costumbres que antes eran esenciales para la comunidad.
Guanacaste vive hoy y, quizá, desde hace varios años, una tensión identitaria. Las obras analizadas muestran que la identidad de la provincia no es un concepto fijo, sino un espacio de negociación constante entre tradición y modernidad, memoria y olvido, resistencia y asimilación. Esto se observa en la literatura contemporánea, donde los textos navegan entre varias culturas, sin pertenecer por completo a ninguna.
Daniel Matul Romero es escritor, poeta e investigador. Desarrolló este proyecto en la Sede Regional Chorotega-Nicoya de la Universidad Nacional (UNA).
