El fraude orquestado por Bernard Madoff resulta impactante tanto por su magnitud, como por las instituciones e inversionistas que se han visto afectados. Sin embargo, conlleva una lección simple, pero muy útil: inversiones que ofrecen retornos estables no necesariamente son seguras.
La única razón por la que Madoff logró atraer tanto dinero a sus fondos fue la búsqueda ciega de retornos “sin riesgo” por parte de inversionistas considerados como “conservadores”; y este es un error muy común, que ha estado detrás de muchos otros escándalos financieros dentro y fuera de nuestro país.
Cuando uno pregunta a dichos inversionistas “conservadores” la razón por la que eligieron esos activos, la respuesta común es que ofrecían un rendimiento más alto que otros. Todo inversionista debe entender que todo activo tiene riesgos implícitos y que, usualmente, mayores retornos se asocian a riesgos mayores, aunque no se puedan percibir.
Riesgos cambiantes. Quizás la lección más difícil de entender, es que los riesgos asociados a los activos cambian, y lo que fue una inversión segura ayer, puede no serlo hoy. Aún más, muchas veces el retorno que ofrecen no compensa el riesgo implícito en ellos; en otras palabras, toda decisión de inversión no debe tener como objetivo final obtener algún retorno estable, sino una compensación adecuada a los riesgos implícitos que conlleva.
La presente crisis nos da muchos ejemplos de esa clase de inversiones. No hace ni dos años era común escuchar que el valor de los bienes raíces no podía bajar, y, sin embargo, muchos estadounidenses han visto como su activo de mayor valor ha perdido más del 20% en unos cuantos meses.
Luego vinieron las inversiones consideradas por las agencias calificadoras como triple A, en las cuales, técnicamente es casi imposible tener pérdidas “significativas”, y aun así, muchos inversionistas perdieron casi todo su capital.
¿Qué hacer? La mayoría de las personas carecen precisamente de la formación necesaria para hacer una valoración adecuada de los riesgos, y entonces confían en indicadores o lo que otras personas o instituciones hacen o recomiendan. Sin embargo, a la hora de las pérdidas se encuentran solos ya que ninguna institución garantiza los retornos anunciados.
Lo mejor que puede hacer el inversionista es diversificar sus ahorros, de manera que, si una institución o inversión tiene problemas no incurra en pérdidas catastróficas, y en la medida de lo posible invertir en aquellos activos que puedan entender como funcionan.
Una buena parte de los inversionistas en los fondos de Madoff cometieron muchos de los errores arriba mencionados, a saber: no entendían el origen de los retornos que “recibían” y, dejándose llevar por su largo historial, creyeron que no tenían riesgo; y, peor aun, concentraron buena parte de su riqueza en una sola inversión.