La frugalidad es un hondo sentido de dignidad e integridad, y se asocia con la sophrosyne griega. En la mitología, Sofrosina era la personificación de la moderación, la discreción y el autocontrol. Su equivalente romana era Sobrietas (sobriedad).
En El asno de oro, Apuleyo la hace enemiga de Afrodita, diosa de la pasión y la lujuria. Platón la asimilaba con la idea de armonía. Para los griegos antiguos, el concepto de sofrosine corresponde al ideal de excelencia de carácter y solidez de la mente. En su literatura se considera una cualidad primordial y se expresa en oposición al concepto de arrogancia (hibris).
Hipatia de Alejandría, filósofa helenística dedicada a la ciencia hasta el final de su vida, cuando fue asesinada, se suele proponer como ejemplo de sofrosine. En la interpretación artística de los historiadores del arte de la época moderna, la sofrosine se expresaba en perfección, armonía, equilibrio y proporción. Para Aristóteles, la virtud de la frugalidad está en el término medio entre el gasto excesivo, el derroche o el consumo extravagante, y la avaricia, la mezquindad o tacañería.
La frugalidad es una virtud poco estudiada. Deja una huella en nuestra sociedad. En las familias y comunidades. Está relacionada con la calidad ética de muchas decisiones, como lo son el gasto y el ahorro. Tiene una función y dimensión sociales directas por su conexión con problemas como la sostenibilidad, el crecimiento, la distribución de la renta, la riqueza, el progreso y el medioambiente.
Su ausencia incide en la sostenibilidad del gasto público. El presupuesto nacional, por ejemplo, fue de ¢11,5 billones en el 2022. También repercute en la generación de pobreza (un 23% de los hogares). Al estar asociada con la calidad ética de las decisiones, tiene un vínculo con la corrupción.
Los criterios de decisión de una persona frugal son eficacia, eficiencia y consistencia (coherencia), y lo ilustra que en Costa Rica el índice de transparencia se mantiene estancado. La realidad habla. Hemos alcanzado una inflación anual del 12% en contraste con la meta del 3%. Ojalá la frugalidad o sobriedad fuera un objetivo político. Ojalá nuestras instituciones fueran más esbeltas.
Una persona frugal tiene claro que el consumo no brinda la felicidad. Tiene capacidad de autogobierno. Busca desarrollar un estilo de vida sencillo y austero. Conserva y administra bien las cosas que tiene. Alarga su uso. Sus decisiones no son solamente económicas. De uso o posesión.
La frugalidad no solo se refiere a los bienes materiales, sino también a la gestión del tiempo. Somos tiempo y tempus fugit (el tiempo huye y es fugaz), como afirmaba el poeta latino Virgilio en un verso de Las geórgicas. Necesitamos detenernos. La velocidad puede distraernos. La persona frugal atesora el tiempo y tiene una orientación a mejorar su calidad de vida. A dar prioridad a la calidad de sus vínculos sobre la de sus bienes. A balancear su esfera personal con la laboral.
El mundo necesita paz. Nosotros también. La paz, decía Agustín de Hipona, es la tranquilidad en el orden. La frugalidad puede ayudarnos a lograrlo. A no poner nuestra seguridad en ejes externos, en ejes materiales. En falsas seguridades.
Cuánta paz y felicidad ficticia se consumen hoy. Ojalá no lleguemos al 31 de diciembre fatigados, agobiados y arruinados. Pongamos nuestra confianza en ejes internos, como lo son nuestros valores y creencias. No somos lo que tenemos. Somos lo que hacemos y amamos.
Este es un tiempo para buscar sentido y propósito. Tiempo de recogimiento y sosiego. Tiempo de reencuentros y retornos. Tiempo de solidaridad. Una oportunidad para renovarnos y actualizar un gran motor de nuestra vida: la esperanza.
Dicen que el pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas. Es necesario ajustar las velas de nuestro país. Impulsar y elevar las velas del esfuerzo, la educación y la integridad para navegar bajo las coordenadas correctas y no perder el verdadero horizonte. Naveguemos ligeros de equipaje. Aprendamos a ser frugales. A liberarnos de tantos sobrepesos. Que no nos encuentren distraídos estas celebraciones. Que no nos seduzcan las luces fatuas. Necesitamos fuerzas para los grandes ideales. Seamos frugales.
La autora es administradora de negocios.