
Desde hace algunas décadas, la ciencia ha empezado a considerar que el universo que habitamos podría no ser todo lo que existe, sino apenas una burbuja dentro de un océano mucho más amplio de realidades posibles. La teoría del multiverso –aunque todavía sujeta a debate– ha ido ganando terreno en el mundo de la física teórica y la cosmología. Pero hay una idea aún más inquietante: ¿y si nuestro universo no solo forma parte de algo más grande… sino que está girando dentro de esa estructura?
La idea de un universo rotatorio no es nueva. Desde Einstein hasta Kurt Gödel –quien en 1949 propuso un modelo de universo en rotación que incluso permitiría una concepción cíclica del tiempo–, varios pensadores han planteado si el espacio-tiempo mismo podría tener una forma de giro. Aunque hoy las observaciones del fondo cósmico de microondas no confirman una rotación evidente, sí hay pequeñas anomalías que han encendido la curiosidad de algunos científicos.
Incluso si el universo no gira de forma global, podría estar siendo influenciado por fuerzas externas que aún no comprendemos. Esto lleva a una idea fascinante: tal vez nuestro universo está contenido dentro de una estructura mayor –un hiperverso–, una dimensión superior o una realidad aún no descrita por nuestras leyes físicas.
Modelos como la teoría de cuerdas o las teorías de branas han planteado que nuestro universo tridimensional podría ser como una membrana que flota en un espacio con más dimensiones. Si ese espacio superior tiene su propia dinámica –como un remolino, por ejemplo–, entonces los movimientos que ocurren allí podrían afectarnos de formas que apenas empezamos a intuir. La rotación del “contenedor” del universo podría estar generando efectos que sentimos sin saber de dónde vienen, tal como una burbuja dentro de una corriente giratoria no puede explicar por sí sola el giro que experimenta.
Llevando esta hipótesis más lejos, podríamos imaginar múltiples universos –cada uno como una burbuja autónoma– girando en una danza cósmica, semejante a planetas dentro de galaxias. Y esas galaxias de universos podrían a su vez formar estructuras aún mayores, girando alrededor de un centro superior que podríamos llamar el “Máster Universo”. Así como nuestro sistema solar gira dentro de una galaxia, tal vez nuestra realidad gira dentro de un orden más profundo y jerárquico.
Aunque esta visión aún no ha sido formulada formalmente por la física contemporánea, encaja con varias teorías actuales: desde el multiverso inflacionario y las branas hasta modelos más filosóficos o incluso esotéricos. Es una propuesta que invita a mirar el cosmos con otra perspectiva, a imaginarlo como una estructura viva, jerárquica, dinámica… y tal vez incluso consciente.
Pero no solo la ciencia se ha acercado a esta visión. Muchas tradiciones antiguas –desde las filosofías orientales hasta el pensamiento cristiano místico medieval– han imaginado la existencia como una serie de niveles anidados, cada uno más profundo que el anterior. La idea de realidades que se contienen entre sí no es nueva, solo que hoy, por primera vez, empezamos a explorarlas con instrumentos científicos.
Aceptar la posibilidad de un universo girando dentro de otro es aceptar también que nuestros límites de conocimiento aún son pequeños. Es abrir la puerta a que lo que llamamos “todo” sea apenas una parte. Y en esa humildad ante lo desconocido, aparece una pregunta que va más allá de la física: ¿puede haber tanta complejidad sin propósito? ¿Tanta armonía sin intención?
Después de contemplar la inmensidad y complejidad de esta creación infinita, resulta difícil sostener que todo surgió por azar. Numerosos científicos y pensadores coinciden en que un orden tan armonioso y estructurado sugiere la existencia de una inteligencia superior. Cuanto más avanzamos en el conocimiento del universo, más evidente resulta que ciencia y fe no son opuestas, sino caminos convergentes hacia una misma verdad. Al final del giro de todos los universos, muchos reconocen la huella de Dios: el origen infinito de todo lo que existe.
Como dijo el astrofísico John Barrow: “La naturaleza no solo es más extraña de lo que imaginamos, sino más extraña de lo que podemos imaginar”.
acastillov@icloud.com
Arnoldo Castillo es administrador de empresas.
