“Hay que”, “se debe” y “sería oportuno” son expresiones comunes en las conversaciones y opiniones en los medios para proponer políticas y medidas al gobierno.
Siempre fue y seguirá siendo así. Pero sería muy refrescante, más constructivo, si se dijera “personas como yo, por supuesto, yo incluido”, debemos contribuir en proporción razonable a enfrentar la difícil situación en que nos encontramos.
Un primer paso para ello es adquirir conciencia de que lo que vivimos y vendrá es algo de dimensiones no experimentadas hasta ahora “en tiempos de paz”, como escribió en esta sección el exministro de Relaciones Exteriores y Cooperación de la República Federal Alemana Joschka Fischer.
La mayoría de nuestra clase más educada (política, empresarial, académica, profesional) no tiene conciencia de lo que viene, especialmente en lo económico, social y, consecuentemente, en lo político.
O, como es usual en los humanos, recurren al mecanismo defensivo de ignorar o minimizar el peligro hasta cuando resulta inminente. Parece irracional, pero suele ser así. Irracional, porque si se atendiera un riesgo antes de su materialización los daños y los costos serían menos.
Como país, más de la mitad de la población está advertida de esto, en lo social y económico, cuando menos, por lo vivido o estudiado sobre la crisis de finales de los setenta e inicios de los ochenta.
Además del sufrimiento económico inmediato, varias generaciones de muchachos de las familias pobres perdieron la oportunidad de educarse formalmente, lo cual los inhabilitó para enfrentar sus vidas con las capacidades formativas necesarias en un mundo competitivo y difícil.
También los sistemas de salud se deterioraron, y ni hablar de la infraestructura y la capacidad de compra de la gente.
Eso empobreció a toda la sociedad. Cuando las condiciones fueron propicias, los empresarios tampoco pudieron desplegar todo su potencial, con frecuencia por no encontrar trabajadores locales suficientemente preparados.
Sabemos de la imposibilidad para todo país de evitar las consecuencias de esta pandemia, pero podrían reducirse. El éxito dependerá de la calidad del liderazgo nacional a cargo, de su determinación, de saber comunicar, de la celeridad con que se enfrente y de la solidaridad de todos, sin excepción, en forma proporcional.
También dependerá de qué está dispuesto a hacer y a renunciar cada uno, en primera persona del singular y del plural.
Finalizo con algo que vamos aprendiendo en la vida, empero a cierta edad resulta más evidente: satisface internamente mucho más dar que recibir, cuando se puede.
El autor es economista.