George Monbiot, periodista del diario británico The Guardian, publicó una sencilla carta abogando por las soluciones climáticas naturales. Firmada por diversas personalidades, incluida la joven activista Greta Thunberg y otros famosos, como la autora Margaret Atwood y el músico Brian Eno, la iniciativa plantea que, además de la descarbonización de la economía, para luchar contra el cambio climático es necesario dejar que el planeta utilice sus propias soluciones naturales.
Por medio de la restauración de los ecosistemas, la Tierra misma es el mecanismo más eficiente para absorber el CO2 liberado hasta hoy en la atmósfera. Bosques, humedales, manglares y turberas son sumideros naturales de carbono; humedales y manglares absorben entre 6 y 8 toneladas de CO2 por hectárea al año.
Las soluciones naturales no solo contribuirán a minimizar la crisis climática, sino también la crisis ecológica. La regeneración de ecosistemas prevendría la extinción de especies e incrementaría las poblaciones de otras que desempeñan un papel fundamental en la regulación de los ecosistemas. Monbiot propone un ejemplo sencillo: de acuerdo con un estudio del 2016, si la población de lobos en Estados Unidos alcanzara su tamaño natural, el control que esta ejercería sobre poblaciones de herbívoros impediría la generación de una cantidad de CO2 anual equivalente a la que producen entre 30 millones y 70 millones de automóviles.
Participación pública. Se trata de dejar que los ecosistemas se regeneren y que los gobiernos los protejan de la explotación desmedida. En la carta piden a los gobiernos la instauración de programas de investigación, financiamiento y un compromiso político; todo en el marco de la participación pública y el consentimiento informado de las poblaciones indígenas y las comunidades.
La idea de las soluciones climáticas naturales recuerda la teoría de Gaia, del científico James Lovelock, sobre la Tierra como un superorganismo vivo y capaz de autorregularse. En una entrevista para el periodista Jeff Goodell, de la revista Rolling Stone, Lovelock calculó incluso que la seguidilla de fenómenos climáticos y desastres naturales en años recientes podría atribuirse a que el sistema de regulación de la Tierra está desorientado debido a la cantidad de combustibles fósiles en la atmósfera y que, en esencia, esos desastres son la respuesta del planeta tratando de acabar con el problema o, por lo menos, regularlo. El “problema” no es otro más que los seres humanos.
Vida o extinción. Alguna vez tildada de charlatanería new age, la idea de la Tierra como un organismo autorregulador es hoy el centro de la investigación científica sobre el cambio climático. Se sugiere incluso que el planeta sobrevivirá al calentamiento global, no así necesariamente la raza humana. Entonces, esta teoría plantea una pregunta cuya respuesta debería ser obvia: ¿Vamos a perecer como parte del problema o vamos a ser parte activa de la solución?
Obvia o no la respuesta, lo cierto es que la descarbonización no se está moviendo a la velocidad deseada y los ecosistemas siguen viéndose perjudicados por la mano de muchos y la de aquellos con poder que rehúsan creer que el cambio climático es real. La solicitud de Monbiot y su grupo de activistas no pretende cambiar la descarbonización por las soluciones climáticas naturales; propone que se descarbonice la economía al mismo tiempo que permitimos que la naturaleza siga su curso, y contribuir activamente a su protección y restauración.
Es una herramienta más en la lucha contra el cambio climático, de desarrollo propio de los ecosistemas y que no necesariamente requiere de una inversión monetaria exagerada; más bien demanda voluntad férrea y compromisos de nuestra parte con el ambiente.
La autora es abogada.