La crisis sanitaria potencia la colaboración entre empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil de una forma sin precedentes.
Empresas y gobiernos entregan diarios a miles de personas vulnerables. Donación de materiales y equipos, así como recurso humano y sistemas logísticos globales, apoyan los sistemas de salud públicos.
Existen esfuerzos crecientes de unión público-privada para asegurar la sostenibilidad de las empresas, principalmente de las pymes, y el empleo.
Pero también vemos empresas en competencia, como las de telecomunicaciones y las farmacéuticas, juntas para desarrollar proyectos capaces de combatir el virus. Algunas de esas alianzas empresariales eran difíciles de vislumbrar hace tan solo unas semanas.
Hay una creciente conciencia global de que los grandes retos de la humanidad, relacionados con la pobreza, la educación, la salud, la generación de empleo o el cambio climático —por mencionar algunos— solo podrán superarse a través de acuerdos entre empresas, gobiernos y la sociedad civil. Así, lo establecieron los objetivos de desarrollo sostenible del 2030, que firmaron los 193 países suscriptores de la Agenda 2030.
Las APP. Cuando hablamos de alianza público-privada (APP) en Costa Rica, tendemos a pensar únicamente en los contratos para diseño, financiamiento, construcción, operación y mantenimiento de infraestructura estatal, como es el caso de las concesiones. Sin embargo, estas abarcan mucho más.
Son todo tipo de colaboraciones entre organizaciones estatales y particulares en las cuales comparten recursos, conocimientos y competencias para lograr objetivos de interés común.
Las alianzas pueden formalizarse a través de convenios o contratos, y ser a corto plazo (como muchas de las iniciativas impulsadas durante la pandemia) o a mediano y largo plazo.
Algunas procuran aumentar la escala de iniciativas públicas ya existentes, ejemplo de una de estas es Alsalus, iniciativa gestionada por la CCSS, el Movimiento Rosa del Automercado, Acción Social del Hospital Clínica Bíblica y Aliarse, que realizan, cuando menos, 5.000 mamografías anuales en comunidades vulnerables y contribuyen, así, a los objetivos del Proyecto de Fortalecimiento de la Atención Integral del Cáncer de la CCSS.
Otras buscan hacer más eficientes proyectos o programas gubernamentales, como el Programa Costa Rica Fluye, alianza del MEIC y Horizonte Positivo, organización promovida por muchos de los empresarios más exitosos del país con el propósito de reducir los trámites en 25 instituciones y facilitar la generación de empleo y la reactivación económica.
El Ministerio de Salud, el IFAM, la UNGL, Empaque Santa Ana, Vical y Coca Cola Femsa unieron esfuerzos con el fin de aumentar la cantidad y calidad de los materiales reciclables en el país, problema complejo que necesita la articulación de muchos actores de la cadena de valor e innovación para hacer frente a un desafío que requieren las economías de escala y se ven seriamente afectadas por la volatilidad de los precios internacionales de los residuos varolizables.
Como dijo el presidente en su informe a la Asamblea el 1.° de mayo, “si tan solo adoptáramos el concepto de que lo público y lo privado no son antagonistas, sino aliados naturales y necesarios, avanzaríamos años luz”.
No podemos estar más de acuerdo, y ser conscientes de que para la reactivación económica será necesario desarrollar más alianzas público-privadas, como instrumento para el acceso a nuevas fuentes de financiamiento y la prestación de servicios públicos universales de buena calidad.
Otros campos de aplicación. Las APP no deben utilizadas únicamente para el desarrollo de infraestructura de transporte, también deben considerarse para el desarrollo de infraestructura social, sea educativa o de salud, o para mejorar la seguridad ciudadana, entre otros, y no porque la situación fiscal así lo exija, sino porque es la opción más costoeficiente de prestar servicios públicos a los ciudadanos y mejorar su calidad de vida.
Lo anterior dependerá de la capacidad que tengamos como sociedad de cocrear soluciones innovadoras en cuestiones estratégicas, como incrementar la calidad de la educación, la generación de empleo, la productividad o la descarbonización de la economía.
También de instrumentos financieros basados en resultados, como los bonos de impacto social, que ayuden a acceder a nuevas fuentes de inversión privada para proyectos de desarrollo.
Pero también depende de la capacidad que tengamos de fortalecer continuamente la confianza entre los sectores público y privado. Para ello, precisa una revisión de las leyes contra el enriquecimiento ilícito y la de control interno, que tanto temor genera a los empleados públicos y que han sido poco eficaces para evitar la corrupción.
El desarrollo de las alianzas público-privadas en Costa Rica esté sujeto al compromiso y liderazgo de los jerarcas de las instituciones y ministerios, y de los empresarios para trabajar articuladamente, a la vez que se fortalecen los niveles de confianza entre las partes.
El éxito de unos y otros necesita la construcción de una Costa Rica consciente de la interdependencia entre el desarrollo exitoso de los negocios, la conservación del medioambiente y el desarrollo de políticas publicas que contribuyan a una sociedad más próspera para todos.
El autor es director ejecutivo de Aliarse.