
En mi afán de aprender y educar, me propuse elaborar escritos sobre la pandemia de covid-19 en tiempo real conforme esta avanzaba.
Es así como, desde el inicio de la crisis sanitaria, entre los aproximadamente 75 artículos, motivado por los escritos del sabio Hipócrates, específicamente por el tratado ecológico denominado Los aires, aguas y lugares, elaboré y publiqué los siguientes: «El aire en la transmisión de los microbios», «El aire acondicionado y el coronavirus», «La humedad en la transmisión del coronavirus», «La transmisión aérea del SARS-CoV-2» y «El tamaño del SARS-CoV-2 y los aerosoles».
Confieso que con estos cinco di por agotado el tema sobre la transmisión del virus por el aire. No obstante, el 28 de diciembre BBC News publicó el artículo titulado «Aire fresco: el arma subestimada que puede reducir el riesgo de contagio».
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Después de analizarlo, consideré necesario compartir con ustedes los resultados. Según el médico Eilir Hughes, quien dirige un centro de salud en el norte de Gales, reemplazar el aire viciado en una habitación por aire fresco exterior reduce enormemente las posibilidades de contagios de la covid-19.
El Dr. Hughes, conocido como el Dr. Aire Fresco, señala en su campaña que debería ser «manos, espacio, cara, reemplazar», porque sustituir o diluir el aire contaminado por la brisa fresca amortigua la posible transmisión del virus.
Primeros hallazgos. Al comienzo de la pandemia, las autoridades se centraron en lo que se suponía eran las vías de infección más probables. Una de estas es tocar una superficie contaminada por manos o estornudos de una persona contagiada; de ahí, surgió la recomendación del lavado de manos con agua potable y jabón.
La otra es recibir gotas de una persona contagiada, mediante la tos o los estornudos; esto promovió la regla de distanciamiento físico de 1,8 metros y el uso de mascarillas.
Pero la posibilidad de una tercera vía de transmisión —reconocida a regañadientes por la Organización Mundial de la Salud— son pequeños aerosoles con cargas de virus, que permanecen en el aire. Esta vía de contagio fue aceptada por asesores del gobierno del Reino Unido a principios de este año.
Luego, las autoridades estadounidenses incluso fueron más allá y enfatizaron en que la inhalación de gotitas y aerosoles «es la principal vía de propagación del virus».
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Ante este riesgo, el lavado de manos, distanciamiento físico y el uso de mascarillas no son garantía de protección. Las ventanas abiertas y la entrada de aire fresco son el mejor mecanismo para disminuir la propagación del virus.
Abrir las ventanas. En este sentido, según el Dr. Fitzgerald, profesor de la Red Académica de Ingeniería de la Universidad de Cambridge, las ventanas abiertas realmente marcan la diferencia en el contagio entre personas. Según las investigaciones, un buen suministro de aire fresco para diluir y dispersar el virus reduce el riesgo de infección entre un 70 % y un 80 %.
En razón de esto, es recomendable celebrar las reuniones de trabajo o sociales al aire libre para que las gotículas que liberamos se diluyan más fácilmente en el aire libre.
Por otro lado, si usted se encuentra en una habitación poco ventilada y siente el aire viciado, es mejor alejarse. Siempre es recomendable vigilar qué tipo de aires acondicionados tienen las oficinas o tiendas, porque algunos toman el aire de una habitación, lo enfrían y luego lo expulsan haciendo circular el aire contaminado con el virus.
Lógicamente hay otros aspectos, como informarse de la proporción de aire fresco en el auditorio o la oficina.
El autor es salubrista público.