
Aunque no existen datos recientes sobre el gasto en salud en Costa Rica, a juzgar por la plétora expansión geográfica y de infraestructura de los servicios privados, podría estar creciendo a niveles dramáticos.
Lo triste es que las familias se están endeudando para pagar servicios privados que son muy costosos, debido a que el acceso a los servicios públicos en la CCSS está marcado por la espera y por plazos irracionales para la realización de diversos procedimientos de diagnóstico, o bien, terapéuticos. Y a eso se le suma la gran cantidad de recursos de amparo que esperan su trámite en la Sala Constitucional.
No es por casualidad que las diferentes entidades financieras, como bancos, mutuales, asociaciones solidaristas, cooperativas de ahorro y préstamo, y colegios profesionales ofrecen diversas líneas de crédito para financiar cirugías, consultas, procedimientos e imágenes médicas. Incluso, las promocionan con una reducida tasa de interés.
Para muchísimas familias este endeudamiento implica apretarse la faja en otros gastos y hasta restringir la inversión en necesidades básicas como alimentación, vestido, vivienda y recreación.
La salud no espera y las familias están dispuestas a efectuar un sacrificio económico, en el sector privado, en procura de una mejor calidad de vida y de mayor bienestar individual y familiar.
Tema electoral
Ahora que estamos en plena campaña electoral este asunto debe ser tema de preocupación por parte de los distintos actores políticos.
No basta la preocupación retórica sobre las listas de espera, se requieren propuestas concretas como se hizo en el pasado y que lastimosamente, quedaron inconclusas, porque la mezquindad política frenó la posibilidad de darle continuidad a muchos proyectos que, en un momento, estaban dando resultados.
En el 2019, un artículo publicado por la OMS y la OPS reveló que en Costa Rica el 22% del gasto corriente de las familias se destinaba a la salud y, según tales organismos internacionales, ese porcentaje representa una señal de alerta porque un gasto superior al 20% puede significar un riesgo financiero para los hogares costarricenses.
De acuerdo con la economista Mariannela Villalobos Cortés, del Ministerio de Salud, cuya opinión se consignó en una publicación de la OPS del 17 de noviembre del 2022, los gastos de bolsillo se pueden convertir en una barrera para el acceso a la atención en salud e incluso, generar empobrecimiento en aquellos hogares que deben sacrificar otros consumos básicos para poder acceder a servicios de salud en el sector privado.
Ese gasto, de acuerdo con la OPS, creció, en términos reales, en un 15,5% en el periodo de estudio (2017-2019) y en aquel momento superó los ¢600.000 millones.
Es posible que seis años después, esa cifra haya crecido en forma significativa a juzgar, como decía al principio de este artículo, por la cantidad de personas que se observa ahora en los hospitales privados.
Para muestra un botón. Hace unos días, a un paciente operado en una clínica privada lo internaron en el servicio de Maternidad porque no había disponibilidad de camas en el servicio de Cirugía. Hasta hace pocos años, era muy raro que ocurriera esa situación.
Iniquidades y desigualdades
El gasto de bolsillo resalta también las iniquidades y las desigualdades entre aquellas personas que tienen recursos, o bien, que son sujeto de créditos y tienen la opción de endeudarse, y entre aquellas otras personas que no tienen ninguna posibilidad de solicitar un préstamo porque sencillamente sus menguados ingresos no se lo permiten.
El país debe prestar atención a estos detalles, de lo contrario estaremos perdiendo el sistema solidario de salud, y las brechas y las desigualdades se ensancharán cada vez más en perjuicio de los más débiles.
La autora es periodista y salubrista.