Vamos por dos años del “gobierno del cambio” y la insatisfacción general se deja sentir. Tres de cada cuatro costarricenses quieren irse del país a buscar otras oportunidades.
No es para menos, la política está presente en nuestras conversaciones. Por lo menos ahora se fija la mirada en lo que el gobierno de turno cumple de lo prometido en campaña.
Por ejemplo, cuando se crea una sociedad o empresa, se nombra un representante, que si no cumple su cometido, nos roba, engaña y estafa, lo mínimo es sustituirlo, si no es que corresponden otros cargos de índole judicial, y se elige otro. En el caso de no encontrar a uno adecuado, alguno de los dueños del negocio tendrá que ocupar el puesto o hacerlo colectivamente.
Este esquema no dista mucho de lo que deberíamos hacer en política. Cada cuatro años decidimos quién nos representa en muchas decisiones que van a afectar gran parte de nuestra vida. No puede desperdiciarse esa oportunidad y mucha gente se mantiene apática y no vota.
Las cosas están cambiando hoy. Ciudadanos honestos y con fervor cívico se están movilizando para mejorar las cosas para el “ciudadano común” y no solo para sí mismos. No voy a pedir aquí la adhesión para ningún partido en concreto, todos tenemos criterio para distinguir.
¿Cómo distinguir? Después de tantos años, solo veo dos tipos de ideologías: la de los que piensan solo en sus egos y en ellos mismos, su grupo de interés, con el objetivo de acumular poder y riqueza; y los que quieren que las cosas sean transparentes para todos y que se generen oportunidades.
No creo que sea cierto que no pueda hacerse nada, como muchos repiten. Quizás la primera piedra sea obligar a los partidos políticos a que establezcan mecanismos mediante los cuales las bases puedan controlar o destituir a los líderes, y exigir que manejen los asuntos con transparencia y rindan cuentas. Porque un partido así no da lugar a corruptos.
Si le parece que no existe opción en la política actual, júntese con otros y haga su partido, para algo es ciudadano; hay mucha gente que se está moviendo.
Todos desde nuestra propia historia nos hemos esforzado e invertido mucho tiempo para crear algo bueno para nosotros, nuestras familias y para dar oportunidades a quienes las necesitan. Pero ahora, con mil falsos pretextos, nos las están quitando otra vez.
Si nos conformamos, siempre lo pagaremos los mismos: los ciudadanos. No nos quedemos callados, organicémonos para que nos dejen vivir de acuerdo con nuestros principios, en una Costa Rica que todos queremos.
La autora es abogada.