Los candidatos presidenciales Carlos Alvarado (PAC) y Fabricio Alvarado (PRN) han manifestado su interés de conformar un gobierno de unidad nacional capaz de superar los obstáculos que presentará un Congreso conformado por siete diferentes partidos con no más de 17 diputaciones.
En este contexto, las alianzas estrictamente electorales no serán suficientes. La conformación de un gobierno de unidad nacional requeriría de una coalición gubernamental funcional y estable entendida como un conjunto de partidos políticos que acuerdan perseguir metas comunes, reúnen recursos para concretarlas y distribuyen los beneficios del cumplimiento de esas metas.
De acuerdo con múltiples investigaciones sobre la conformación y estabilidad de las coaliciones gubernamentales en sistemas presidencialistas como el nuestro, existe una serie de preguntas que ambos candidatos deberían hacerse para analizar la factibilidad de este tipo de alianza:
1. ¿Cuándo coaligarse? Las coaliciones gubernamentales pueden ser conformadas antes o después de las elecciones. Sin embargo, la evidencia empírica muestra que la elaboración de una plataforma común, así como la distribución de las carteras ministeriales previo a las elecciones son elementos importantes para el funcionamiento eficiente de las coaliciones y su durabilidad. Cuanto más pronto se inician las negociaciones, más consistentes y duraderos tienden a ser los pactos. Lo anterior no solo porque ese diálogo y acuerdo previos agiliza la implementación de las políticas una vez en el poder, sino porque esas políticas son más previsibles y transparentes. Una de las ventajas que tienen los candidatos después de la primera ronda electoral es que ya conocen el volumen legislativo de los eventuales aliados y pueden empezar a negociar con ellos para llegar a acuerdos previos al balotaje.
2. ¿Con qué tipo de partidos? Para la conformación de una coalición gubernamental duradera, debe tenerse en cuenta el grado de cohesión e institucionalización de los partidos políticos con los que se desea aliarse, por la dificultad de establecer acuerdos cuando la coalición incluye fracciones de un partido dividido mientras otras fracciones de ese mismo partido forman parte de la oposición. En el actual contexto, a los candidatos les convendría entrar en una coalición con el PLN por su estatus de partido con mayoría parlamentaria, pero existe la disyuntiva de poner en funcionamiento una coalición gubernamental con un partido que enfrenta profundas divisiones internas, múltiples liderazgos y que, con el fin de evitar su ruptura tras la derrota de la primera vuelta electoral, ha dado libertad a sus miembros para votar por quien deseen. Pareciera que el único partido con un número importante de escaños que reúne estos requisitos es el PUSC, al no mostrar divisiones significativas y tener a la cabeza a un candidato capaz de liderar la negociación en nombre del partido.
3. ¿Qué los une? Un aspecto que determina la formación y supervivencia de las coaliciones es la convergencia ideológica o programática entre los partidos. La búsqueda de esta convergencia ideológica en el actual contexto de polarización política y de dilución ideológica resulta una tarea compleja, especialmente por la agenda valórica que los aspectos religiosos han insertado en el proceso electoral. Los candidatos deberán preguntarse qué aspectos los mantendrán unidos a mediano y largo plazo.
¿Qué es lo que prevalece: las urgencias coyunturales, los principios partidarios o, incluso, en este contexto, la defensa de los logros democráticos del país?
4. ¿Con cuántos unirse? Algunos estudios señalan que la clave para la duración de una coalición es el consocionalismo con un número reducido de partidos con alto porcentaje de diputaciones que permita obtener una mayoría holgada en el Congreso (mayor del 55 % del apoyo legislativo), mientras otros consideran que las coaliciones, siempre y cuando posean una convergencia programática, deberían ser inclusivas para evitar el chantaje de los partidos minoritarios.
Según los parámetros anteriores, la opción para una coalición gubernamental eficaz sería la de uno de los dos partidos de la contienda presidencial con el PUSC (y las adhesiones informales de las fracciones de otros partidos) siempre que exista una convergencia programática.
Eso no excluye que se incorpore también a alguno o algunos de los partidos minoritarios no divididos (FA y PRSC). De llegarse a un acuerdo, debería formularse una plataforma programática común antes de la segunda vuelta y distribuir entre los partidos las carteras ministeriales.
Está claro que una coalición en el caso PAC-PUSC solo aglutinaría 19 votos de la Asamblea y en el caso PRN-PUSC solo 23, lo que obligaría a la eventual coalición gubernamental a buscar pactos legislativos con otros partidos después de las elecciones (ganar apoyo del PLN sería una meta), de ser posible con una agenda de prioridades, o, en el peor de los casos, por temas individuales, como ha ocurrido ya en múltiples administraciones pasadas.
La autora es politóloga.