
Traer lo mejor del mundo al aula es conectar la educación con la realidad global y formar mentes capaces de transformarla y competir en ella.
Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a la cumbre internacional de emprendimiento organizada por Babson College, la institución líder mundial en enseñanza del emprendimiento. El encuentro, realizado en la EDC Paris Business School, reunió a docentes de universidades de todo el planeta con un objetivo común: repensar la forma en que enseñamos a las futuras generaciones a innovar, crear y liderar.
Aunque en Costa Rica tenemos un enorme potencial humano, no podemos quedarnos atrapados en modelos educativos del pasado. Los desafíos del presente y del futuro exigen una educación que se mantenga en movimiento. Viajar, observar, contrastar y traer lo mejor del mundo a nuestras aulas no es un privilegio; es una responsabilidad de todos los docentes de educación superior.
Pude interactuar con colegas de Asia, Europa, África y América. Compartimos experiencias, debatimos metodologías y aplicamos dinámicas que luego llevaremos a las clases. El eje de todo fue claro: formar profesionales que piensen como emprendedores, incluso si no llegan a fundar una empresa. Porque el pensamiento emprendedor va más allá del negocio; es una actitud ante la vida, un modo de enfrentar retos, resolver problemas y generar valor.
Uno de los aportes más valiosos de la cumbre fue el libro Developing Entrepreneurial Mindsets, Ideas and Opportunities, una guía escrita por más de 40 expertos globales que ofrecen técnicas probadas para enseñar emprendimiento desde una lógica práctica, colaborativa e inmersiva. Este conocimiento ya está siendo adaptado para incorporarlo a los cursos, con el fin de que los estudiantes trabajen sobre problemas reales con metodologías internacionales.
Y es que el mayor reto de la educación superior en Costa Rica es cómo asegurarse de que lo que aprenden los estudiantes los prepare realmente para aportar valor en una economía cambiante, globalizada y digital.
Traer conocimiento del exterior no es copiar ni reproducir modelos extranjeros sin sentido. Es comprender lo que funciona en otros contextos, enriquecerlo con nuestra identidad y aplicarlo con pertinencia. La innovación no se exporta en estado puro, se adapta, se traduce y se transforma en soluciones útiles para nuestro entorno.
Costa Rica necesita formar profesionales que estén a la altura de un mundo en constante cambio. Hoy se requiere capacidad de trabajo en equipo, pensamiento crítico, habilidades digitales y, sobre todo, una mentalidad creativa orientada a resolución de problemas y a resultados.
Nuestro país tiene talento, pero necesita exposición. Necesita docentes que se atrevan a salir, a aprender, a equivocarse y volver con nuevas ideas. Necesita instituciones comprometidas con la mejora continua y con la actualización pedagógica. Y necesita también una sociedad que valore la educación como el principal motor de desarrollo.
La calidad de los profesionales que formamos depende, en gran medida, de la calidad de quienes les enseñan. Por eso, necesitamos docentes conectados con el mundo real, capaces de transformar el aula en un espacio vivo, dinámico e inspirador. Solo quien ha sentido en carne propia el vértigo de emprender, la incertidumbre de innovar y la pasión de crear, puede guiar a otros en ese camino.
Carlos Sabat Zamora es docente de la Facultad de Ciencias de la Computación en la Universidad Fidélitas.