En Costa Rica, país mundialmente reconocido por su biodiversidad, los desafíos para la fauna silvestre crecen día a día: carreteras, tendidos eléctricos, deforestación, tráfico ilegal y ataques de perros y gatos domésticos ponen en riesgo a miles de animales cada año. Frente a esta realidad, el rescate y la rehabilitación de fauna se han convertido en herramientas vitales para conservar las especies y mantener la riqueza natural que distingue a nuestra nación.
Los centros de rescate juegan un papel protagónico en este esfuerzo: brindan atención médica especializada, rehabilitan y, cuando es posible, devuelven a los animales a su hábitat. Este trabajo no solo exige compromiso ético, sino también un manejo técnico y científico de alto nivel.
De víctimas a sobrevivientes
Cada año ingresan a los centros de rescate miles de animales silvestres: perezosos electrocutados, monos huérfanos víctimas del comercio ilegal, aves con graves problemas nutricionales por la mascotización, felinos atropellados o serpientes atacadas por miedo. Cada uno de estos casos refleja no solo el sufrimiento individual, sino también la presión que ejercemos sobre los ecosistemas.
El proceso de rehabilitación es complejo. Requiere veterinarios especializados, una alimentación adecuada, cuidados etológicos para evitar la impronta humana y espacios que simulen el ambiente natural. Solo así los animales recuperan las habilidades necesarias para sobrevivir una vez liberados. No todos logran regresar al bosque, pero aquellos que permanecen en santuarios se convierten en embajadores de su especie, desde donde educan a miles de visitantes sobre la importancia de la conservación.
Gracias al uso de herramientas científicas, los procesos de rescate y liberación generan información valiosa para la conservación a gran escala:
- El monitoreo satelital con collares GPS en felinos y otros mamíferos permite entender sus desplazamientos y áreas de acción después de la liberación.
- Las cámaras trampa ayudan a evaluar si los animales reintroducidos se integran a la vida silvestre y aportan conocimiento científico sobre cada especie.
- El anillado y el marcaje en aves ofrecen datos sobre migración y supervivencia.
Estas técnicas garantizan que cada liberación forme parte de un programa medible y sostenible. Un caso emblemático es la liberación de lapas rojas (Ara macao) en el Pacífico sur, liderada por Rescate Wildlife (antes Zoo Ave) hace más de 20 años. Gracias a este esfuerzo, las poblaciones que habían desaparecido hace décadas hoy resurgen, y ver bandadas de lapas volando libres se ha convertido en un símbolo esperanzador de que la ciencia y la dedicación pueden revertir la pérdida de biodiversidad.
Más allá del rescate: educación y conciencia
La conservación no depende solo de liberar animales: la educación es fundamental. Muchos de los más de 3.300 animales que llegaron a Rescate Wildlife en 2024 lo hicieron por causas prevenibles: tener monos como mascotas, electrocuciones, alimentar a perezosos para fotos turísticas o mantener aves y tortugas en cautiverio.
Apoyando campañas como #StopAnimalSelfies, el centro denuncia la explotación de animales con fines turísticos y promueve interacciones responsables con la fauna. Asimismo, desarrolla programas educativos en escuelas, comunidades y con funcionarios públicos, para fortalecer la ética ambiental y recordar que la vida silvestre pertenece a la naturaleza, no a una jaula ni a una foto en redes sociales.
Rescatar y rehabilitar no es suficiente si no existe un compromiso nacional. Los animales liberados necesitan corredores biológicos para desplazarse, bosques para alimentarse y ríos limpios para sobrevivir. Aquí, la tarea se vuelve colectiva: comunidades, instituciones y centros de investigación deben colaborar para que Costa Rica mantenga su liderazgo en conservación.
La realidad es que la fauna silvestre afronta amenazas crecientes, desde el cambio climático hasta el crimen organizado del tráfico ilegal. Sin embargo, historias de éxito como las de Rescate Wildlife demuestran que aún es posible revertir la pérdida de biodiversidad.
Cada perezoso que regresa a los árboles, cada lapa que recupera el cielo y cada felino que vuelve a merodear libremente son recordatorios de que la conservación es un esfuerzo constante, pero lleno de esperanza.

Oportunidad para reflexionar
Costa Rica ha construido una reputación mundial como país verde, pero esa imagen debe estar respaldada por acciones concretas. Es necesario defender el patrimonio natural que sustenta el turismo, la identidad cultural y la resiliencia de nuestros ecosistemas.
El rescate y la rehabilitación de fauna no son un lujo ni un acto de compasión aislado: son estrategias de conservación basadas en ciencia que aseguran el futuro de nuestras especies y, en última instancia, el nuestro.
didifer91@hotmail.es
Isabel Hagnauer es médica veterinaria en Rescate Wildlife Rescue Center.