Para elevar la calidad del diálogo social es de gran importancia cultivar una cultura general sólida. A esto, precisamente, pretende contribuir lo que sigue a continuación.
Madurez. Se afirmaba que la segunda vuelta electoral en Costa Rica sería entre dos modelos de socialdemocracia, una más keynesiana que la otra. Esta supuesta circunstancia ha cambiado al renunciar el candidato del PLN. En el futuro inmediato, el desafío principal del liberacionismo es alcanzar la unidad de sus distintos componentes y re-pensar desde su legado histórico, pero en profunda sintonía con las nuevas realidades del país y del mundo, las transformaciones requeridas por la sociedad.
Queda el campo abierto en favor del PAC y de su candidato, Luis Guillermo Solís, quien ha mostrado méritos intelectuales y políticos inobjetables. Estimo que en los próximos cuatro años se harán evidentes dos hechos claves: que el PAC no es una versión revisada de la socialdemocracia liberacionista, sino la amalgama de una variedad de corrientes cuyo perfil ideológico no puede caracterizarse del mismo modo en que se definían las ideologías en el siglo XX, y que el éxito o el fracaso histórico del nuevo gobierno depende de que los actores socioeconómicos –incluidos los medios de comunicación–, no solo el PAC y no solamente Solís, contribuyan a ejecutar una política de unidad nacional y de toma de decisiones responsables.
En otra ocasión espero profundizar en estos asuntos. Permítaseme ahora abordar un tema, menos importante, pero relevante desde el punto de vista de la educación cívica y el futuro político del país.
La lección de Hamlet. En ciertos segmentos de la élite político-económica se acostumbra calificar como marxistas-comunistas-maoístas a todas las alternativas de izquierda, pero esto es simplificar una realidad mucho más compleja, lo cual impide percibir que tanto el comunismo como el anti-comunismo son “excusas para no pensar” y olvidar que “hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía” (William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena XIII). Dicho lo anterior, ahondo en el análisis de qué es el marxismo y de si el Frente Amplio (FA) es marxista o no.
Un profeta apodado el Moro. El marxismo encuentra su punto de partida en un principio filosófico que Karl Marx (1818-1883) deriva de sus lecturas de Feuerbach: lo único que existe es la materia universal, regida por leyes físico-químicas y matemáticas, que evoluciona en materia inorgánica, materia orgánica y materia histórica, y que en el plano socioeconómico conduce al socialismo, primero, y, después, al comunismo.
Cuando Marx –a quien sus parientes apodaban el Moro– cultiva la perspectiva indicada, obtiene el materialismo histórico, el materialismo dialéctico, una teoría del Estado y la doctrina económica. Este conjunto de disciplinas es lo que se conoce, en sentido estricto, como marxismo, el cual incluye la teoría de la lucha de clases, la dialéctica materialista, la teoría objetiva del valor-trabajo, la teoría de la explotación y la teoría de la expropiación de los expropiadores, raíces de la principal profecía de Marx y de su mayor error técnico: aquella que anuncia la inevitable auto-destrucción del capitalismo, al ser este un sistema que –según creía el autor de El capital – lleva en sus entrañas las semillas de su propia desaparición.
Experiencia: la mejor teoría. Desde el 14 de marzo de 1883, cuando Marx fallece, la mayoría de sus seguidores han repetido al maestro, agregándole diversas interpretaciones a sus libros, pero conservando el núcleo de sus análisis. En el siglo XX, sobre todo en Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos, surgieron corrientes neo-marxistas que criticaron los planteamientos de Marx, pero no se convirtieron en movimientos políticos relevantes. Al iniciarse el nuevo siglo se divulgó en América Latina el “socialismo del siglo XXI”, de Heinz Dieterich Steffan, que constituye un nuevo intento de corregir a Marx desde Marx. Se trata de un neo-marxismo latinoamericano, combinado con caudillismo, religión y culto a la personalidad, que, a todas luces, fracasa en la crisis de la sociedad venezolana y en la mitología del régimen dictatorial cubano.
A la par de la crítica neo-marxista, debe recordarse que, desde 1837 –cuando Marx escribe Carta al padre – hasta 1944 –año de publicación de Camino de servidumbre , de Hayek–, se articula un análisis que evidencia las insuficiencias y errores del marxismo.
Así, por ejemplo, Eugen von Böhm-Bawerk (1815-1914), en Capital e interés (1884), volumen I, y en La conclusión del sistema marxista (1898), rebatió la teoría del valor-trabajo de Marx. Los socialistas Karl Kausky (1857-1938) y Eduard Bernstein (1850-1932), al comprobar la inclinación dictatorial del marxismo, optaron por la vía parlamentaria y democrático-liberal, mientras que Emmanuel von Ketteler (1811-1877) y Heinrich Pesch (1854-1926), desde una perspectiva judeo-cristiana, formularon tesis distintas a las de Marx. Ludwing von Mises (1881-1973), en un artículo publicado en 1920, amplió la crítica liberal de Böhm-Bawerk, y Friedrich August von Hayek (1899-1992), en el marco de la Escuela Austriaca de Economía, profundizó ese análisis.
Las observaciones de quienes discrepaban de Marx hubiesen quedado en el papel, como simples especulaciones, si no fuera porque la experiencia del siglo XX y de lo que llevamos del XXI confirma la validez de sus análisis. La cosmovisión marxista –al igual que la fascista, nacional-socialista, falangista, fundamentalista de mercado y fundamentalista religiosa– conduce a sociedades controladas por Gobiernos dictatoriales, eleva el odio social, de religión, de raza y de clase a la condición de lo sublime y heroico, e instituye a la tecno-burocracia política en dueña del Estado y del Gobierno.
Del rojo al amarillo. Y, ahora sí, ¿es el Frente Amplio marxista o no? En primer lugar, los avatares del método de análisis marxista, desde 1845 hasta la fecha, no pertenecen al itinerario de este partido político, forman parte de la historia de su antecesor –el Partido Comunista–, pero no se trasladaron al FA. En segundo lugar, el cuerpo de disciplinas conocido como marxismo está ausente en los documentos oficiales de esta organización política. En tercer lugar, el Frente Amplio dice buscar un socialismo “a la tica”, pero este término es tan ambiguo y especulativo que sus militantes no parecen saber de qué hablan cuando lo utilizan, aunque quizás con el tiempo descubran que su socialismo es una forma de capitalismo estatista. Y, en cuarto lugar, el FA incluye en su seno fragmentos ideológicos tan diversos, dispares y abigarrados que resulta imposible calificarlo de marxista.
Mi tesis es que el Frente Amplio no es marxista, pero en su perfil ideológico contiene elementos originados en el marxismo. De cómo se resuelva esta ambigüedad depende si el FA se transforma en un mesianismo redentor, autoritario y caudillista como el observado en el Gobierno venezolano y en la dictadura cubana, o si se decanta en favor de una izquierda democrática y pragmática ¿Cuál de estas vías prevalecerá? Es algo que está en proceso, una noticia en desarrollo que, en el marco de un gobierno del PAC y un PLN en la oposición, le exigirá al Frente Amplio –y a todos los partidos políticos– una dosis mayúscula de innovación.