
Este 27 de setiembre se celebra el Día Mundial del Turismo y en Costa Rica, como en muchos otros países, habrá diversos eventos por tal motivo. Pero, en nuestro país, este no es un año cualquiera.
Repasemos: el turismo es un motor económico fundamental, generador de divisas, empleo y desarrollo social en todo el país; posiblemente la industria que abarca más comunidades del territorio costarricense, con fuerte presencia en las tres provincias costeras, las más retrasadas en desarrollo.
Sin embargo, hoy, los datos de llegadas de turistas extranjeros a Costa Rica se ven disminuidos en 2,3% hasta agosto pasado en comparación con el mismo periodo de 2024, algo que no ocurría desde que se tienen registros, salvo por excepciones muy específicas y relacionadas con eventos históricos (el ataque a las Torres Gemelas, en 2001; la crisis financiera mundial de 2008, y la pandemia de covid-19 en 2020 y 2021).
Adicionalmente, la inversión extranjera directa se ha reducido y las exportaciones costarricenses se ven amenazadas por las políticas arancelarias de nuestro principal comprador, que, a su vez, es el mayor generador de visitantes a Costa Rica.
Ante este panorama, y a pocos meses de que la población vuelva a las urnas para elegir nuevo presidente y diputados, la industria turística nacional debe abocarse a revisar lo actuado hasta ahora, hacer un análisis profundo de las causas y consecuencias, y redefinir el futuro del sector frente a los cambios que rápidamente se generan.
La ocasión se presenta inmejorable para identificar el grado de interés que los diferentes partidos políticos tienen por este sector productivo. El turismo ha de ser parte vital de todos los planes de gobierno que los aspirantes al poder presentarán al Tribunal Supremo de Elecciones y, más importante aún, a la ciudadanía.
Ante el golpe que ha recibido la industria turística, se deben plantear soluciones claras, directas, realizables y medibles. Los temas son diversos, pero deberían incluirse al menos los siguientes.
Costa Rica parece haber perdido parte de su gran atractivo para el turista extranjero.
El país se ha vuelto alarmantemente caro. La relación calidad-precio es constante motivo de reclamo por parte de mayoristas compradores de la oferta turística costarricense en ferias de la más alta importancia mundial, donde se cuestionan los altos precios que se cobran sin que haya mejorado la calidad de un modo acorde.
La infraestructura se desmejora a pasos agigantados. Trasladarse hoy a las costas toma cinco, seis o hasta ocho horas, dependiendo del día en que se haga el intento.
Nuestros principales puntos de acceso al país, los aeropuertos, no escapan a esta problemática, especialmente el Daniel Oduber, en Guanacaste, donde hay problemas recurrentes en la pista de aterrizaje, y el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA) alerta sobre la lentitud para implementar mejoras. Y ni qué decir de obras nuevas, además de la pretensión consignada en el Plan Nacional Aeroportuario de extender la vida útil del aeropuerto Juan Santamaría hasta el año 2050.
Nuestra reconocida sostenibilidad ambiental de años anteriores se encuentra cuestionada y hasta se habla de una doble moral, al cuestionar el manejo y la cantidad de visitantes a sitios emblemáticos como el Parque Nacional Manuel Antonio.
El país ha pasado a formar parte de algunas “listas negras” que circulan internacionalmente. Y, por si esto fuera poco, enfrentamos la competencia global de destinos emergentes con costos más bajos y propuestas innovadoras.
¿Estará Costa Rica siendo víctima de su propio éxito como destino de naturaleza y sostenibilidad –como algunos alegan– por la presión sobre el abastecimiento de agua, la recolección de basura, los precios de la vivienda, la gentrificación y un turismo cada vez menos “eco”?
¿O estaremos a tiempo de unir a las mejores mentes del sector y, junto a pensadores políticos de las distintas tendencias, sentarse a encontrar las ideas, planes y estrategias que le devuelvan al turismo el lugar de privilegio que ha ostentado, para beneficio de cientos de miles de costarricenses que dependen directa o indirectamente de la salud de esta vital industria? Costa Rica lo merece.
Mauricio Ventura es máster en Administración de Empresas con énfasis en Finanzas. Fue ministro de Turismo de Costa Rica (mayo 2015 a mayo 2018). Es dueño y consultor internacional de Sinergia Consulting Group.