El centenario del Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995) es momento oportuno para reflexionar sobre el devenir de Guanacaste, porque él supo entregar su más pura rebeldía ante los atropellos contra la provincia.
Vargas Vargas es el gestor de una nueva actitud. En su época, Guanacaste votaba, pero no elegía. Su legado histórico se encuentra en los llanos, “que dan libertad para opinar”. Siempre se mostró preocupado por la conciencia cívica de su pueblo porque su causa fue de convicciones y su capricho hipocrático: no dejar morir a ningún guanacasteco.
Su compromiso se convirtió en una máxima de acción: “Medicina sin contenido moral no es medicina”.
Defensa de dignidad humana. Su denodada lucha, aún incomprendida, se convirtió en una fervorosa defensa de la dignidad humana, para que no siguieran mirando a Guanacaste solamente “como una bestia de carga apta para tributar”.
No cabe ninguna duda de que libró sus batallas, inmerso en un horizonte sombrío: pobreza, abandono, aislamiento, latifundio, enfermedades, ignorancia, vicios, y combatió la triada fatídica: trabajo, taquilla y tumba. Soportó agresiones físicas y persecución.
Confraternidad Guanacasteca fue su espacio de lucha política. Llega a la Asamblea Legislativa en 1938; asimismo, integró la Asamblea Constituyente, en 1949. Desde ese foro aportó su ideario con honestidad sin límite.
El pensamiento de Vargas Vargas, hijo de Palmira de Carrillo, signa un símbolo de lealtad y acción con el ser humano, contra la chatez de sus adversarios. Luchó contra la cincha, la bajeza y el encarcelamiento. El oscuro panorama de Guanacaste en la década de los treinta, lo convirtió en una bandera para iniciar el progreso material, social y humano de la provincia.
El ¡viva Vargas! es un grito de fe y cambio; un reto lanzado el 8 de diciembre de 1937, cuyo eco seguirá repitiendo la historia cuando cinco mil humildes mujeres y hombres guanacastecos realizaron, con enorme convicción, la maravillosa marcha, tanto a pie, como a caballo y en carreta.
El poder de convocatoria de Vargas Vargas no tiene parangón en la historia de Guanacaste. Cinco mil en Llano Grande significó un respaldo contra la intolerancia y la injusticia, pues “El insulto y la calumnia son las armas de los cobardes y los incapaces”.
Luchador humanista. Francisco Vargas Vargas estudió en la Universidad de París, entre 1929-1934, y regresó graduado como médico y cirujano. Su vocación profesional debe emularse. Su sólida formación humanista le permitió ser el abanderado de una cruzada cívica, producto de su indignación contra el abandono estatal en que se encontraba Guanacaste en los años treinta y cuarenta.
El Dr. Vargas Vargas es nombrado hijo ilustre de Guanacaste en 1974. El Colegio de Médicos y Cirujanos le confiere el grado de apóstol de la provincia, en 1995 –cuatro meses antes de su deceso– y, finalmente, la Asamblea Legislativa lo declara benemérito de la patria en el 2002.
En el centenario del Dr. Francisco Vargas Vargas, es una obligación ética repasar su pensamiento, con objetividad. Siempre luchó por la decencia, el respeto y la honestidad. Su trayectoria cívica es la más brillante que haya realizado hijo alguno de Guanacaste.
La Confraternidad será más grande cada vez que Guanacaste conquiste nuevas batallas con la dignidad. Ahora precisamente hay silencio para la reflexión. Descansa vigilante, Dr. Vargas Vargas. Luz de siempre.