
No es fácil escribir este tipo de artículo minutos después de un hecho de violencia de esta magnitud. El activista conservador e influencer político estadounidense Charles James Kirk, conocido como Charlie Kirk, fue asesinado frente a una multitud de estudiantes el miércoles 10 de setiembre en el campus de la Universidad de Utah Valley, durante un evento público de Turning Point USA, organización fundada por el propio Kirk a sus 18 años. Tenía 31 años al momento de su muerte.
A mediodía y bajo un toldo blanco, Charlie respondía preguntas de los asistentes a la actividad cuando fue alcanzado por una bala que le perforó el cuello. En videos de TikTok se puede observar el instante en que se escucha un disparo y Kirk cae abatido justo cuando, irónicamente, debatía con un asistente sobre la violencia contra las personas trans, producto de la tenencia de armas en el país. Los asistentes, asustados, comenzaron a correr segundos después de escuchar el único disparo.
La muerte de Charlie Kirk ocasionó una rápida oleada de reacciones entre figuras políticas prominentes de Estados Unidos y una cobertura televisiva incesante que continúa mientras escribo estos párrafos. Tanto el presidente Donald Trump como el vicepresidente JD Vance expresaron en redes sociales dolor y admiración por Kirk tras el incidente. El presidente Joe Biden y la excandidata presidencial del Partido Demócrata, Kamala Harris, manifestaron su indignación por el hecho y lo denunciaron como un incidente de violencia política. Otros políticos como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson; los gobernadores de Florida, Ron DeSantis (republicano), y de Georgia, Brian Kemp (republicano); así como los senadores Rick Scott (republicano, Florida), Lindsey Graham (republicano, Carolina del Sur), Mark Kelly (demócrata, Arizona) y Chuck Schumer (demócrata, Nueva York) indicaron su repudio por el incidente y extendieron sus condolencias a la familia de Charlie Kirk.
El atentado contra la vida de Kirk incluso tuvo repercusiones a nivel internacional. El presidente israelí, Benjamín Netanyahu, así como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, lamentaron el hecho violento.
Charlie Kirk era una figura polarizante en un país ya muy dividido políticamente luego de las elecciones de 2024. Sin embargo, es innegable su habilidad como orador de corte conservador. Su esfuerzo por llevar ideas conservadoras a sitios donde estas no eran bienvenidas debe ser reconocido.
Nunca con una postura moderada, Kirk sostenía un discurso populista y provocador, basado en valores libertarios que promovían la reducción del aparato estatal, las libertades individuales y el respeto por el libre mercado, así como un fuerte componente cristiano conservador. Kirk fue muy cercano al Partido Republicano estadounidense y, durante la campaña de Trump de 2024, participó en al menos cinco de sus mítines políticos y también en varias incursiones en podcasts apoyando su candidatura. Su organización, Turning Point USA, logró movilizar a votantes en Arizona para que Trump obtuviera los 11 votos electorales en los comicios de noviembre anterior.
En sus eventos realizados en sedes universitarias –muchas de estas universidades, de inclinación demócrata socialista–, permitía que los asistentes debatieran con él sus posturas conservadoras sobre el aborto, los derechos de la población de diversidad sexual, la tenencia de armas, la política exterior estadounidense, y las relaciones de EE. UU. con Israel y Ucrania, todos temas delicados en la sociedad estadounidense.
En sus canales de redes sociales reflejaba cómo “vencía” a sus oponentes ideológicos con argumentos ortodoxos propios de los valores republicanos. La magia de la edición en video mostraba a Kirk como un orador capaz de humillar a oponentes con ideas diametralmente opuestas a las suyas, y en sus videos mostraba cómo su discurso incluso podía convencer a algunos que dudaban de su propia postura política.
Su muerte en un campus universitario demuestra que la discusión y el diálogo de ideas, por más opuestas que estas sean, no son inmunes a la violencia política provocada por el extremismo ideológico. La discusión civilizada de ideas divergentes en EE. UU. fue violentamente interrumpida con el ataque a Kirk en una casa de enseñanza superior.
Hoy este país corre el riesgo de encaminarse hacia un camino muy oscuro y peligroso, donde la violencia política deja de ser un hecho aislado y se convierte en un recurso común para silenciar voces opuestas. El ataque a Charlie Kirk no es solo un acto violento contra un hombre; es un ataque directo al concepto de que las diferencias políticas se pueden resolver con el diálogo.
Lo peligroso de este hecho es que puede ser el combustible para una escalada de violencia política nunca antes vista en este país. Si los diferendos ideológicos presuponen que la sangre debe correr para resolverlos, los cimientos de la democracia estadounidense podrían desmoronarse.
Está en manos de las cúpulas de ambos partidos políticos, el Republicano y el Demócrata, el rumbo que puedan tomar las consecuencias de la muerte de Charlie Kirk. En palabras del senador Mark Kelly, las dirigencias de los partidos deben actuar con mucha cautela en el epílogo de este hecho, pues depende de ellos que en este país prevalezca la posibilidad de disentir en temas políticos de forma pacífica.
El legado de Kirk será examinado con detenimiento, pues sus tácticas y su discurso eran netamente divisorios y provocadores. Pero debe reconocerse que la figura de Kirk es producto del zeitgeist: una época en la que la identidad política era un asunto existencial y cada debate político e ideológico tenía tintes apocalípticos. Su muerte es definitivamente una tragedia, pero también es un reflejo inequívoco de una nación que progresivamente olvida cómo disentir sin que el objetivo final sea la destrucción del adversario.
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David Vargas es periodista, fotógrafo y estratega digital. Ha ejercido como periodista, director de fotografía, jefe de prensa, profesor universitario, estratega de social media, y creador de contenidos en Costa Rica, Estados Unidos, Rusia y Ucrania.