Jamás podría ser displicente o indiferente en el ejercicio de mis responsabilidades públicas y, mucho menos, irrespetuoso ante los requerimientos que me formulen los Supremos Poderes de la República. Por carácter y formación de ciudadano, y como funcionario público de larga data, jamás podría considerar entre las mías una actitud del tono que sugiere La Nación. Curioso énfasis hacia lo personal y raro indicio, infrecuente en sus editoriales.
Por el contrario, mis actos constituyen las mejores pruebas del arraigo profundo en la vivencia y el respeto de las libertades individuales. El periódico La Nación no es el único abanderado en ese evangelio democrático entre los costarricenses.
Cuando me juramenté lo hice ante la Constitución Política de Costa Rica. A la pregunta de la señora Presidenta dije “sí” con toda convicción y compromiso de respetar la Constitución y la Ley, y con esa promesa vívida guío cada una de las decisiones desde la Presidencia Ejecutiva del ICE que me honro en ocupar.
Ironía en el editorial. Es por ello que rechazo la ironía a la que echa mano el editorial sobre la humana cualidad de la sonrisa manifiesta durante mi más reciente comparecencia en la Comisión de Ingreso y Gasto de la Asamblea Legislativa.
Aquel día fuimos todos, e inclusive el diputado Luis Fishman, quienes, como es natural en unos pocos y diversos momentos a lo largo de una extensa sesión, compartimos sonrisas y seriedades durante las dos horas de sesión, en la salita donde trabaja dicha comisión. La fotografía publicada y el pie de foto redactado a propósito sesgan al lector, lo hacen creer que hubo displicencia o indiferencia de parte mía ante asuntos de tanta importancia para el interés nacional. Me resulta molesto que con ello sugieran que no tomé con toda seriedad cada palabra dicha en esa comparecencia.
Ese día se continuaba la audiencia de dos semanas antes, cuando acudí con el gerente de Racsa, Alberto Bermúdez, y atendí con responsabilidad cada pregunta sobre el tema para el cual la Comisión me había convocado: la relación ICE y Racsa. Cuando algunos diputados me lanzaron preguntas sobre temas distintos a los convocados, se inició un debate entre los propios diputados, quienes cuestionaron que las preguntas no estaban dentro del tema de la convocatoria. Aclaré entonces que con gusto respondería en una convocatoria posterior que incluyera los temas nuevos, pues consideraba lo más responsable, procedente y prudente, en aras de las mejores prácticas, hacerlo después.
Debate generado por diputados. Lo que no toma en cuenta el editorial de La Nación, y nunca se señaló en sus informaciones noticiosas, fue que precisamente el debate sobre la validez procedimental de discutir temas distintos a los convocados fue generado por los diputados presentes en la Comisión. Eso desembocó en que, poco antes del final de la sesión, aprobaran una moción redactada a mano y con prisa que les permitiera introducir otros temas sobre el ICE en la sesión del próximo jueves 16 de setiembre, con lo cual subsanó el procedimiento.
El editorial de La Nación pareciera estar escrito sobre dos fundamentos dignos de análisis más profundos. En primer lugar, acoge como propia la posición esgrimida con curioso protagonismo por el diputado del PUSC, Luis Fishman, quien, sin ser miembro de la comisión, se acoge al derecho de asistir y llevar la iniciativa en los cuestionamientos al ICE . Es quien de manera esmerada se enfoca a inquirir sobre el funcionamiento de un área institucional que tiene a cargo, por mandato de juez, las escuchas telefónicas para combatir el narcotráfico y todas las formas de delincuencia, incluida la de cuello blanco.
En segundo lugar, pasa por alto una serie de acciones concretas que han sido tomadas y anunciadas ampliamente por la Presidencia Ejecutiva del ICE, en relación con errores cometidos en la administración institucional anterior, y el llamado que formulé para que se lleve a cabo un escrutinio independiente y calificado del OIJ y del Ministerio Público sobre el ejercicio de las intervenciones telefónicas hechas por el ICE por orden y con dominio de jueces de la República.
No es cierto. Quiero ser absolutamente claro en que no es cierto lo que afirmó el diputado Fishman a varios medios de prensa, cuando cita algo que jamás dije ni en actas ni fuera de ellas, ni ante el señor Fishman ni ante nadie, en el sentido de que desconocía la existencia de la Dirección de Seguridad y Protección Institucional.
En estos menesteres resulta indispensable poner las cosas en su lugar, por lo que la opinión pública merece saber la verdad de las cosas acontecidas en el seno de la Comisión Legislativa.
Con ese mismo espíritu de transparencia hemos censurado y dado cuenta de acciones instruidas por la anterior Presidencia Ejecutiva del ICE en relación con el seguimiento de un empleado por sospechas de incumplimiento laboral y supuestos abusos de un permiso como dirigente sindical. También hemos sido claros y puntuales para lograr un escrutinio profundo de todas las acciones de intervenciones telefónicas.
Los costarricenses pueden confiar en que el ICE seguirá desarrollándose y proveyendo oportunidades al país en electricidad y telecomunicaciones, pero también, y especialmente, en que los principios éticos y la responsabilidad institucional de los padres fundadores serán las líneas maestras de nuestra gestión.