La futura compra de Bear Stearns por parte de JP Morgan Chase (dos de los bancos más grandes de Estados Unidos) no ha sido catalogada como el mejor negocio para JP Morgan. El banco Bear ha mantenido fuertes pérdidas en este período de “crisis” estadounidense, y ha sido la Junta Directiva, con alguna ayuda del Estado y de la FED, la que ha decidido postularlo como su nueva adquisición.
Pero, entonces, ¿por qué lo están haciendo? Inclusive, de ser tan malo, ¿por qué se ha catalogado como el mejor negocio desde que “los holandeses le compraron Manhattan a los indios”?
Este ejemplo ilustra, precisamente, cómo tomar una decisión individualmente no lleva a los mejores resultados, dada la posible respuesta de la contraparte, pero sí pueden ser los mejores para el conjunto (el beneficio pigouviano social contra el individual). Además, expresa claramente cómo las decisiones individuales pueden llevar a un óptimo social mediante la ayuda de un “agente externo”.
Teoría de Juegos. La Teoría de Juegos enseña cómo las decisiones tomadas individualmente entre dos partes, respondiendo cada una a sus propios intereses y bajo una serie de condiciones, no siempre desemboca en un óptimo social. Es decir, usualmente requiere de una especie de contrato social en el que ambas partes se pongan de acuerdo para que se pueda llegar a un óptimo social.
Este es el llamado “dilema de los prisioneros”, en el que dos sospechosos son encarcelados en celdas diferentes. A cada uno se le dice que el otro ya está confesando el crimen que, realmente, nunca cometieron. Si él confiesa y yo no, entonces a mí me meten seis años a la cárcel; pero si yo confieso que fue él, entonces a él es a quien lo meten seis años y a mí me dejan libre. ¿Usted qué haría? Como existe una respuesta dominante de confesar, los dos terminan haciéndolo y los dos se ganan unas vacaciones de tres años en la prisión.
En cambio, existe un cuarto posible resultado: que ninguno de los dos confiese, y tan solo pasan un mes dentro. Pero... ¿confiaría usted en su compañero? Es precisamente ahí donde se necesita el contrato social en manos del “tercer agente”, muchas veces llamado “gobierno” o, en este caso, “FED”.
Libre comercio. Las decisiones que se tomen considerando únicamente las consecuencias individuales no siempre son las que llevan a un óptimo social. Además del caso de JP Morgan y Bear, existe otro ejemplo: el libre comercio es uno de ellos.
Cuando dos partes firman un convenio comercial para degradar aranceles, nunca se llega al mejor resultado social: una eliminación total de aranceles, lo cual acarrea bienes y servicios más baratos por la especialización, sino que se opta por un comercio más cerrado, menos inclusivo, y enfocado a protección en vez de sustitución y especialización.
Aun cuando a JP Morgan no le guste mucho seguir con la adquisición, definitivamente es lo mejor para todos los clientes de Bear (inclusive para su aseguradora) y para el conjunto financiero.
Por tanto, es el Gobierno y la FED los que deben estar detrás de los accionistas de JP Morgan diciéndoles: “¡Compren, compren! Y con alguna amenaza o premio debajo de la manga.
En economía, por tanto, sí existe lugar para el papel del Gobierno (a diferencia de lo que muchos chismean). Él mismo es el que debe encargarse de vigilar que las decisiones que se tomen sean las que nos conduzcan a un óptimo social, y no a un máximo individual.
Este es un estado supervisor, no interventor.