Los ojos del mundo se volverán hacia el mar la próxima semana. Más de 2.000 científicos se reunirán en Niza, Francia, para participar en la Cumbre sobre los Océanos (UNOC3), evento que comienza el 9 de junio y tiene por objetivo estudiar el porvenir de los ecosistemas marinos. Este encuentro no es un evento más en la agenda ambiental: es una cita vital para la humanidad.
Un universo azul
El océano cubre más del 70% de la superficie terrestre. Regula el clima, contribuye al ciclo hidrológico, alberga una inmensa biodiversidad, proporciona alimentos y oxígeno, y sostiene la economía azul, un sector en crecimiento que, según el Banco Mundial, representa al menos $6 billones anuales, un 6% del PIB mundial. Cerca de 3.500 millones de personas en todos los continentes forman parte activa de la fuerza laboral de esta economía azul. Sin embargo, su futuro está en riesgo.
El mar herido bajo asedio
Las amenazas que enfrentan los océanos son múltiples: el cambio climático, la contaminación por plásticos, la sobreexplotación de recursos marinos, la cada vez más mencionada exploración minera y la acidificación de las aguas, están alterando los equilibrios naturales.
Cada año, se vierten más de 8 millones de toneladas de plástico en el mar, lo que provoca la muerte de al menos 100.000 mamíferos marinos y tortugas. A pesar de ello, el 95% de los océanos sigue inexplorado, y solo se han identificado y descrito unas 226.000 especies de un estimado de hasta un millón. Es un universo azul del que apenas conocemos la superficie.
Por eso, la ciencia debe mirar con urgencia hacia el mar. La investigación oceanográfica es una inversión directa en nuestra supervivencia. La salud de los océanos está íntimamente ligada a la salud humana: un océano enfermo puede convertirse en foco de enfermedades, mientras que un océano sano es fuente de proteínas para más de 1.000 millones de personas y, de acuerdo con la Oficina Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), aporta entre el 50% y el 85% del oxígeno esencial que respiramos.

Costa Rica y Francia al timón
En este contexto, es fundamental reconocer el papel de países como Costa Rica y Francia, que han emprendido una alianza estratégica para defender los océanos. Desde hace varios años, ambas naciones, una rodeada por dos mares y otra presente en cinco continentes, han unido esfuerzos científicos y políticos.
En todas las embajadas de Costa Rica se han realizado seminarios y conferencias sobre la importancia del mar, con la colaboración de científicos franceses. El propio presidente Macron participará en la conferencia de Niza para reafirmar el compromiso conjunto con el futuro del Planeta Azul.
Costa Rica, con su posición geográfica privilegiada entre el Pacífico y el Caribe, tiene un enorme potencial en la economía azul. Aunque no se cuente con una estimación certera, se dice que la pesca, la acuicultura, el turismo marino y el transporte marítimo generan anualmente una cantidad considerable de ingresos, pero para sostener ese aporte debemos asumir la responsabilidad de proteger nuestros mares y estudiar sus dinámicas con rigor y compromiso.
Los océanos no son solo espacios de belleza o un recurso económico: son el pulmón y el corazón latente del planeta. Defenderlos es, en última instancia, defendernos a nosotros mismos.
Hoy, más que nunca, debemos entender que el océano no es solo una extensión azul en el mapa: es la despensa y la vida del planeta. Su preservación no puede esperar.
La ciencia, la política y la conciencia ciudadana deben unirse para enfrentar los desafíos que amenazan su futuro. Costa Rica y Francia han dado un paso adelante, demostrando que la cooperación internacional puede ser una poderosa aliada del cambio. El encuentro en Niza no es solo un llamado a la ciencia: es un llamado a la conciencia global.
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Sylvia Arredondo Guevara es periodista y académica de la Universidad Nacional (UNA).