Como manifesté en el número 116 de junio de La voz de Ande, en 1985, sigo creyendo en aquel credo artístico, cuando con respecto a mi posición enfaticé: "Amo la vida y el planeta Tierra, creo en El Salvador y en los hombres, y tengo fe en el progreso. Nos preparamos para vivir el siglo XXI sobre un mundo de tecnología científica. Somos los superhombres y mujeres del 21, de los conquistadores espaciales, de los habitantes de las ciudades submarinas, de los amos del universo. –Que el Espíritu Santo nos guíe a alcanzar nuestra meta de realización–.
Si a veces mi arte se siente tremendamente fuerte, brutal y complejo, no es otra cosa que la afirmación ante el cosmos. El sí ante la vital incógnita de los hechos que registra la historia".
Por otro lado, como lo declaró el poeta Charles Baudelaire, "el artista es responsable solo de sí mismo y otorga a los siglos venideros solo sus obras. Muere sin descendencia, es su propio rey, es su propio sacerdote y es su propio dios". Trabajo hecho con placer. Además, como lo expresara el escultor Auguste Rodin en su Manifiesto, "¿han pensado ustedes alguna vez que dentro de nuestra moderna sociedad son los artistas –los verdaderos artistas– casi las únicas personas que ejercen su trabajo con placer? Pero no se trata solamente del goce intelectual, se trata de mucho más.
“El arte les revela a los hombres su razón de ser, les enseña el sentido de la vida, les instruye acerca de su destino y, en consecuencia, los orienta en su existencia. Y no hay que decir, como suele ocurrir, que los artistas solo se limitan a reflejar la mentalidad de su medio. Esto ya sería mucho, pero aún hacen mucho más: si es cierto que sondean profundamente el fondo común amasado por la tradición, también lo es que acrecientan ese tesoro y, por ello, son auténticos inventores y verdaderos guías.
“Los maestros del arte aportan a cada generación nuevas ideas y nuevas inclinaciones, y casi siempre hallan grandes dificultades para imponerlas. Muchas veces pasan toda su vida en una lucha incesante contra la rutina y, cuanto más genio tengan, más probabilidades existen de que sean desconocidos. Hoy, la gente solo se preocupa por el interés material; yo quisiera que esta sociedad práctica de nuestro tiempo se convenciera de que está en su propio interés el honrar a los artistas, tanto por lo menos como lo está al honrar a los industriales y a los ingenieros”.
Tengo una total confianza en una existencia buena, noble y sana, así como también en la fuerza y en la inspiración del Todopoderoso. A propósito, mi última composición musical para piano la intitulé "Iluminado por el Supremo Creador". Lo hice en esta Costa Rica actual del choteo y del “serruchapiso", pero, sobre todo, pidiendo la bendición y protección de nuestra Reina Soberana de los Ángeles. Por más duras pruebas que se crucen en nuestra vida, ciertamente hay que creer y tener confianza en uno mismo y en el verdadero potencial creativo y divino que amorosamente nos ha brindado Dios.