Uno tiene casi 200 millones de habitantes y el otro no llega a 5 millones.¿Por qué comparar a Brasil con un pequeño país de Centroamérica que no aparece a menudo en los titulares de CNN en español?
Percibo cuatro semejanzas y una penosa diferencia:
1. Popularidad de presidentas. Ambos países son gobernados por una mujer, y esos nombramientos traían consigo la esperanza de un cambio.Ambas decepcionaron a segmentos importantes de la opinión pública.
La presidenta Dilma Rousseff sufrió en estos díasel peor descenso de popularidad: del 57% al 30%, el más fuerte que ha experimentado un presidente brasileño desde 1990. La encuesta la reveló el diario Folha de Sao Paolo y fue difundida por la agencia AP. Trascendió quepor lo menos, el 81% de los brasileños apoya las protestas, es decir, 156 millones de personas. Rousseff fue abucheada en sus ponencias durante la Copa Confederaciones 2013 de la FIFA.
En marzo pasado, la encuesta de Unimer para La Nación reveló queel 55% de los costarricenses desaprueba la gestión de la presidenta Laura Chinchillaa menos de un año de terminar su mandato. Además, ya la presidenta se había ubicado enla peor posición entre 19 gobernantes de América Latina en cuanto a popularidad, según la Consulta Mitofsky. Chinchilla impidió que la abuchearan en un discurso durante el feriado nacional del pasado11 de abril.
2. Gente harta de corrupción. De los países emergentes, Brasil esel segundo más corrupto, solo superado por China. La ONG Cuentas Abiertas había declarado a AFP que la corrupción le costaba a Brasil cada añoel 2,3% de su PIB. A Laura Chinchilla solo le queda la tercera parte del gabinete que comenzó en el 2010. Según publicación de La Nación, la mitad de las personas tuvo que dimitir.Y no pocos funcionarios de los que salieron lo hicieron por razones polémicas.
3. Redes sociales. En Brasil, lo que empezó como una protesta por tarifas del transporte público estalló en las calles y en las redes. Conhashtagscomo#MenosCorrupçãoEMais, #ProtestoBr; #ProtestoRJy#ProtestoSP, los brasileños usan Twitter y Facebook para alzar la voz. Un video titulado “No, yo no voy a la Copa del Mundo” se tornó viral en las redes, reclamando quela educación era más importante que el fútbol y nuevos estadios. En Costa Rica, las redes sociales son un espacio de desahogo. Se habla ya de un equipo de abogados que monitorea lo que se dice de la presidenta Chinchilla. La medida provocó malestar y hasta bromas en redes sociales, con el hashtag#LauraLeaEsto.
4. Cansados del márquetin. En Brasil se cansaron de ser conocidos solo por el jogo bonito y los carnavales, yexigieron lo que le debe importar más a un pueblo: su educación y progreso. En Costa Rica también nos cansamos de aquello de “el país más feliz del mundo”. Quienes sufrimos todos los días porla atrasada y colapsada infraestructura del área metropolitana, o vemos cómo sebusca crear nuevos impuestos, sin recaudar ni administrar bien para el desarrollo los existentes, llegamos al tope.
Una diferencia. En Brasil, la presidentasí fue asertiva ante el malestar. Tuvo que ser fiel a la ideología del partido que la llevó al poder.Roussef escuchó y rectificó. Convocará a una consulta sobre las reformas políticas en octubre próximo. Falta camino por recorrer, perola protesta funcionó.
En Costa Rica, según lo definió la periodista Pilar Cisneros, tenemos un Gobierno ciego, sordo y mudo. Doña Laura ya no da declaraciones. En su discurso dice que su gobierno es de puertas abiertas y escucha a los sectores, pero,lejos de que la realidad mejore ante el malestar general, con cada escándalo o noticia dura de digerir,su imagen cae, el descontento sube... y todo sigue igual.
¿Que la situación se parece a la de Brasil?Sí, y mucho. Pero estamos más lejos que los brasileños de ver un cambio.