
Costa Rica afronta un momento crucial en su desarrollo económico y tecnológico. La nación ha sido reconocida globalmente por su liderazgo en energías renovables y su compromiso con la sostenibilidad, pero los desafíos actuales exigen que demos un paso más allá: abrir el mercado eléctrico para garantizar que nuestra infraestructura pueda sostener el crecimiento digital y económico que el país necesita.
Desde mi experiencia profesional, he observado cómo la electricidad se convierte en la columna vertebral de los avances tecnológicos. Desde redes de telecomunicaciones hasta centros de datos, pasando por vehículos eléctricos y la conectividad 5G, todo depende de un suministro eléctrico confiable y competitivo. Sin modernizar nuestro mercado eléctrico, Costa Rica corre el riesgo de quedar rezagada en la carrera hacia la digitalización.
La apertura del mercado eléctrico no debe confundirse con su privatización. Se trata de permitir que nuevos actores privados participen en la generación, distribución e innovación dentro del sector, lo que fomentará la competencia y reducirá costos para los consumidores finales, mientras que el Estado mantiene su rol regulador para garantizar el acceso universal y la transparencia.
En países como Alemania, España y Chile, la liberalización del mercado eléctrico ha demostrado ser una estrategia eficaz para reducir tarifas, incrementar la eficiencia y atraer inversión extranjera. La competencia entre distintos generadores y distribuidores ha impulsado la innovación en tecnologías de almacenamiento de energía, redes inteligentes y fuentes renovables, áreas donde Costa Rica puede destacarse aún más.
La apertura del mercado también permite una mejor integración de tecnologías emergentes, como los sistemas de gestión energética impulsados por inteligencia artificial o el almacenamiento distribuido en comunidades. Estos avances no solo impulsan la eficiencia, sino que democratizan el acceso a energía limpia y asequible.
Un mercado eléctrico más dinámico y competitivo abrirá puertas para empresas tecnológicas que buscan establecer operaciones en países con infraestructura energética sólida y sostenible. Imaginemos hospitales completamente digitalizados, transporte público limpio y eficiente, y zonas francas que atraigan empresas de clase mundial gracias a costos energéticos competitivos y una red confiable.
Además, los hogares y las pequeñas empresas se beneficiarán directamente. Con tarifas más justas y un servicio más eficiente, la apertura del mercado puede ser una herramienta de progreso social. Acceso a electricidad de calidad significa acceso a educación, innovación y mejores oportunidades para todos.
Desde mi experiencia en regulación y mercados, insto a los líderes políticos y empresariales de Costa Rica a tomar decisiones valientes y estratégicas, y no dar espacio a poses electorales coyunturales.
La apertura del mercado eléctrico es una oportunidad para consolidar a Costa Rica como un líder regional en transformación digital y sostenibilidad. No debemos temer al cambio, el tiempo es ahora. La infraestructura tecnológica que soñamos depende de que tomemos decisiones valientes en el presente. Abrir el mercado eléctrico no es solo una cuestión de modernización, sino una apuesta por el bienestar de generaciones futuras y el lugar de Costa Rica en el panorama global.
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Hannia Vega es exreguladora de Telecomunicaciones y experta en competencia de mercados.