Los políticos, intelectuales y demás nos bombardean diariamente con la idea de que la democracia es, sino el perfecto, el menos malo de todos los sistemas políticos. Pero, ¿lo es? En realidad, tal como lo expone Mencken, sin derechos individuales bien establecidos y protegidos a ultranza, la democracia es tan mala (o peor) como cualquier otro sistema explotador, colectivista y esclavista. ¿Que puede tener de bueno un sistema en el cual los gobernantes pueden literalmente saquear a los más pobres y repartirse el botín entre ellos, así como hacer regalías multimillonarias a empresas transnacionales, sin que suceda nada; o imponerle un arancel del 100 ciento a la leche, sin ninguna compunción? ¿Es bueno un sistema en el cual los gobernantes pueden pedir prestadas sumas astronómicas, regalar el dinero y obligar a nuestros hijos, nietos y bisnietos a pagar la deuda? (¿Sabía usted que los más de ¢30.000 millones que el gobierno regalará este año en CAT es dinero que pide prestado (deuda pública), y que la mayor parte de ese dinero proviene de los mismos a los cuales se les regala?) . ¡Democracia!
Lo malo del colectivismo es que prevalecen los papanatas, los cuales se llevan en banda a los más inteligentes. Algunos sabemos que los monopolios públicos nos están saqueando: sin embargo, se impone el criterio de la mayoría, del colectivo. Algunos sabemos como lograr -hasta con los mismo recursos- mejores carreteras, la solución para el problema de la basura, mejor educación para todos; no obstante, dentro del colectivismo alienante, predominan los zopencos.
Derechos individuales. Para ilustrar los vicios del colectivismo, de la democracia sin derechos individuales, hace poco le expuse a un amigo lo siguiente: "Usted está en un bus con otras 29 personas. El chofer más 24 pasajeros están borrachos; sólo usted y otros cuatro están sobrios. Los borrachos gritan "choofer choofer, más velocidad, y este aprieta el acelerador cada vez más. Usted se percata de que se avecina una curva que no se podrá tomar a esa velocidad. ¿Qué cree que se debe hacer?: ¿se debe parar el bus y permitir que usted y cualquier otro descienda o se debe someter el asunto a una votación democrática? El amigo respondió que se le debe permitir bajarse del bus, que tienen ese derecho, que una votación no procede pues ganarían los borrachos y él perdería su vida. En ese momento le digo: "bien, me parece que ahora le queda claro que si algunos sabemos que el ICE, INS, Recope y otros nos están saqueando y limitando nuestro progreso material, es nuestro derecho recurrir a otras opciones de servicio. No es una cuestión de mayoría; es un derecho que nos corresponde. Empero, nuestra tan alabada democracia nos lo niega".
¿Qué hacer entonces? Una opción, la preferida por la mayoría, es unirse a la mafia política -así los ha catalogado Gabriel Zaid en esta misma página- y participar del saqueo, pero para ello se debe tener una moral aviesa. Ahora, si uno fue criado con cierta ética y lo único que quiere es que no lo saqueen, ¿qué opciones tiene? Volvamos al ejemplo del bus. El típico tico, estando sobrio, haría una de dos cosas: encogerse de hombres y decir ¡qué se puede hacer! o unirse a la fiesta, emborracharse también y que pase lo que pase. Pero siempre habrá una excepción: alguien sobrio y, sobre todo, no pendejo, que razone así: "si no hago nada, muero de todas maneras; así que haré todo lo posible para noquear al chofer, parar el bus y bajarme. Al margen de lo que diga la votación democrática."
Los políticos están borrachos hasta las orejas, embrutecidos, gritando "choofer, choofer, más velocidad, ¡aquí no se baja nadie; esta es una democracia!" Y no se percatan de que los pocos sobrios están a punto de noquear al chofer y parar el bus. Es cuestión de tiempo, de muy poco tiempo