Mantos anaranjados cubren amplios sectores del Valle Central como bello indicador natural que anuncia el inicio del verano. Estas manchas de color naranja intenso son formadas por la exquisita floración de innumerables árboles de poró (Erythrina poeppigiana).
En enero, febrero y marzo el poró cambia sus verdes hojas por pequeñas flores (llamadas gallitos), cuyos densos ramilletes encienden el árbol de tronco color café oscuro, adornando el Valle Intermontano Central.
El poró también evoca en el costarricense la nostalgia de tiempos idos pues durante años fue árbol de sombra en los cafetales. En aquellas fincas donde se sembró para proteger el grano de oro del fuerte sol, su poda anual era la faena que mantenía a los trabajadores ocupados tras la cosecha; la poda del poró permitía al sol entrar de lleno a los cafetos para dar inicio así al siguiente ciclo de producción.
Los abuelos quizás nunca imaginaron, cuando decidieron trocar las sombras de guineo y guaba por poró (en las décadas de 1940 y 1950), que estaban regalando para el futuro un inmenso jardín a las generaciones venideras. El poró, con su sombra, cobijó épocas gloriosas de la caficultura nacional, permitiendo a la sociedad costarricense gestar sus características particulares y a los gobiernos de entonces obtener recursos para el desarrollo nacional.
Luego, al abandonarse plantaciones en muchos sectores –debido al crecimiento urbano–, se arrancaron los cafetos, pero no su sombra, por lo que aquellos arbolitos de porte bajo empezaron a crecer sin limitación, dando origen a los “bosques de poró” que hoy anuncian el verano.
Algunos ejemplos de estos pequeños bosques son los que están en Sabana Norte al inicio de la General Cañas, en finca La Verbena al sur de Hatillo (cuyo manto anaranjado sirve de alfombra a los cerros de Escazú) o en el Parque de Diversiones; sin embargo, por dondequiera que al inicio del verano levantemos la vista en la periferia de la ciudad, podremos ver el hermoso espectáculo naranja de estos árboles en floración.
Aunque no es una especie nativa, la cantidad en que lo sembraron y las miles de veces que su sombra cobijó a nuestros abuelos durante el almuerzo y la tertulia le integró a la cultura patria, por lo que su actual floración no es solo un anuncio del verano, sino también un recuerdo de tiempos mejores.
El poró grita con su brillo anaranjado para que luchemos por conservar los pequeños espacios de vegetación que aún quedan cerca del casco metropolitano pues muchas de estas hermosas “manchas” de árboles ya se perdieron para siempre.