Opinión

El ostracismo

Despreciar y pisotear la voluntad popular equivale a desvirtuar y desnaturalizar la democracia

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En Atenas se le consultaba periódicamente al pueblo, reunido en la Ekklesia o asamblea de los ciudadanos, su voluntad de que se practicara el ostrakismos. Si votaban afirmativamente, cada uno procedía a inscribir en la concha de una ostra el nombre de la persona que consideraba necesario aplicarle un destierro de diez años. En una ocasión, un ciudadano analfabeto le rogó a su vecino que inscribiese en su ostrakon el nombre de Arístides. Como este resultó ser el mismo Arístides, éste le preguntó qué agravio le había causado y la respuesta fue: "Ninguno, yo ni siquiera lo conozco. Pero estoy fastidiado de escuchar que todos le llaman el justo".








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