Las fiestas de Navidad y de fin de año son momentos de recogimiento en los círculos de amistades y familiares donde, entre tamal y tamal, en los años electorales, se discuten y maduran las definiciones políticas y las intenciones de voto.
Es un gran momento de síntesis y maduración, de definiciones políticas, a solo un mes para las elecciones. Estas definiciones producidas bajo el efecto tamal pueden ser definitivas, cuando las cosas están relativamente claras, u obedecer a movimientos más profundos. En este caso se generan "burbujas" electorales, que se pueden consolidar o desinflar posteriormente. Un ejemplo de la vulnerabilidad de este tipo de burbujas electorales fue el que tuvo la coalición Pueblo Unido en enero de 1982, al final del gobierno de Carazo. Un sector importante de la población, descontento con la crisis, empezó a asistir a las manifestaciones de Pueblo Unido de forma masiva.
Cierre del ciclo navideño. Las encuestas daban a esta coalición, a mediados de enero, un 16% para diputados, pero obtuvo menos de la mitad de ese porcentaje en las elecciones de febrero. La aparición de una "cárcel del pueblo" y el manejo propagandístico que se hizo de este hecho y de la violencia en una huelga bananera desinflaron radicalmente la burbuja electoral. Algo parecido, pero más diferido en el tiempo, le pasó a Fuerza Democrática que en abril del 2000, después del "combo" del ICE, se perfilaba como una tercera fuerza capaz de ser una verdadera alternativa frente al bipartidismo. Pero por sus pleitos internos hoy ni siquiera figura en las encuestas.
La actual campaña política esta cerrando el ciclo navideño con un ascenso de don Otón Solís y su partido. Es muy posible que el efecto tamal consolide e impulse este ascenso y lo coloque a principios de enero en una posición electoral presidenciable. Pero, ¿es este crecimiento producto del mensaje programático del PAC u obedece a un movimiento de placas políticas más profundo? ¿No obedece más bien al desgaste del bipartidismo y al papel deslucido, en las últimas presentaciones, de los candidatos de los partidos mayoritarios? Me inclino a pensar que se trata de esto último, pues la propaganda del PAC ha sido muy limitada y personalista. Los electores que se están volcando masivamente hacia el PAC lo hacen porque han visualizado la posibilidad real de quebrar el bipartidismo. Pero, ¿se consolidará el PAC o se le romperá la burbuja? Esto va a depender de la inteligencia y capacidad de hacer cambios de los otros partidos y de la flexibilidad y propuestas del PAC.
El reto del PAC. Este último tiene grandes posibilidades de mantener la ventaja, pero tendrá que ofrecer soluciones creativas, capaces de transformar el sistema político y social del país. Tendrá que explicar cómo va a hacer para que exista un sistema real de controles y contrapesos entre el ejecutivo, el legislativo y el poder judicial que garantice la rendición de cuentas y el control ciudadano. En otras palabras, tendrá que trascender las medidas simples, como decir que se le prohibirá a los diputados utilizar vehículos o viajar al exterior por cuenta de la Asamblea Legislativa o que basta con llevar personas honradas para cambiar el país. La entrada a primeras divisiones del candidato Solís lo obligará a explicar cómo pretende alcanzar la participación ciudadana y la transformación institucional sin recurrir al referéndum. En fin, además de un programa coherente, tendrá que demostrar que más que seguidores tiene un equipo articulado de personas creativas, cuyo rendimiento se medirá por los resultados de su trabajo, y por lo tanto gozarán de la autonomía requerida para gobernar bien el país.
Pienso que el mantenimiento de la fuerza y el eventual crecimiento del PAC dependerá ahora de las soluciones concretas que ofrezca y no, como hasta el momento, por la debilidad que han tenido sus contrincantes.