Civismo, de acuerdo con la Real Academia Española, es el celo que se puede tener por las instituciones y los intereses de la patria.
Una segunda acepción es el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.
Ya en la práctica, los ciudadanos pueden echar mano a infinidad de actos para demostrar su civismo.
Hay actitudes honestas, puras y sin más intención que el servicio y la salvaguarda de los intereses ciudadanos.
Pero también hay quienes se pueden escudar en presuntas manifestaciones cívicas, con la única intención de capitalizar poder y crear caos en un barrio o un país.
Entre los primeros quiero destacar la labor de la Asociación Movimiento Cívico del cantón de La Unión, de Cartago.
Desde hace varios años, un grupo de ciudadanos se unió para plantear y, lo más importante, hacer realidad, una serie de iniciativas para el bienestar de este cantón cartaginés.
Una de las más importantes es el rescate y preservación de las 2.000 hectáreas de la zona protectora Cerros de La Carpintera, santuario de flora, fauna y nacientes vitales para ese y otros cantones.
Hoy se quiere revivir un proyecto tendiente a declararla parque nacional, y para ello existe un compromiso del Ministerio de Ambiente y Energía, del cual espero que no sea una promesa más.
La tarea no es fácil. Pero ya se logró establecer un fideicomiso bancario para atraer fondos y financiar parte de la compra de esos terrenos que mayoritariamente están en manos privadas.
La labor de esta asociación y muchas otras en el resto del país contrasta, por ejemplo, con las intenciones de grupos como el autodenominado Movimiento Cívico.
Los bloqueos de carreteras, los paros de labores y las inacabables presiones, un día sí y otro también, en nada representan acciones y ejemplos de civismo.
La Costa Rica del presente y del futuro urge otro tipo de ciudadanos.