¿Cuántas veces nos hemos preguntado si ya, por fin, tocó fondo la recesión y se inició el ansiado proceso de recuperación de la economía? Hoy podemos decir que sí. Pero un sí condicionado y frágil, tremendamente vulnerable y sujeto a los vaivenes propios de un mercado atemorizado e huidizo, como el electrocardiograma de un sujeto que sobrevivió el infarto, pero aún se encuentra en cuidados intensivos. Cualquier cosa puede pasar. No se puede bajar la guardia.
La recuperación de la economía costarricense está ligada a la suerte de la economía mundial, particularmente la de Estados Unidos (EE. UU.). En ambos mercados hemos visto señales de que la producción ha refrenado su caída y, quizás, tocó fondo o lo hará en los próximos meses. Pero de ahí a la recuperación hay más de un paso. No es lo mismo caer menos, o dejar de caer, que empezar a levantarse. Y eso es, hasta ahora, lo que con certeza hemos visto.
El Banco Federal de Reserva (FED) se encargó de dar la nota de optimismo la semana pasada, durante la reunión bimensual del Comité de Operaciones de Mercado Abierto. Pero fue una nota mesurada y cautelosa. Señaló que los indicadores habían mejorado comparados con los de junio anterior, particularmente la actividad económica que cayó menos de lo esperado. El gasto de los consumidores se ha estabilizado, el desempleo dejó de subir (ayudado, en parte, por una disminución de personas en busca de trabajo), las bolsas de valores han experimentado un repunte durante varios meses y la actividad financiera también se recuperó. Pero después del informe de la FED, cayó otro banco grande, con activos por $25.000 millones, y el reporte del índice de confianza del consumidor de la Universidad de Míchigan cayó a 64 puntos, inferior al mostrado el mes anterior. Ese mismo día las bolsas cayeron nuevamente y el precio del petróleo se desplomó a $67 por barril, señal de que la recuperación aún no llega.
Según la FED, hay factores latentes que impiden una recuperación más rápida: alto desempleo, bajo crecimiento del ingreso y pobre recuperación del valor de los inmuebles (principal riqueza acumulada de la clase media). Las empresas continúan reduciendo sus programas de inversión y de personal, por lo que la economía permanecerá débil por un tiempo. ¿Cuánto? No lo dice exactamente. Pero de las proyecciones conocidas se infiere que todo este año será débil y que, aunque algunos sectores se comiencen a recuperar pronto, en el 2010 la economía crecerá muy poco. Y eso son malas noticias para la economía costarricense.
El crecimiento de nuestra economía está altamente correlacionado con las variaciones de la economía estadounidense. Durante el ciclo expansivo internacional, la producción costarricense crecía a un ritmo del 7 por ciento (2007). Después, cuando reventó la burbuja hipotecaria en EE. UU., cayó a 2,6 por ciento (2008) y, cuando estalló la burbuja financiera se desplomó a -1,3 por ciento estimado para este año. Eso significa que si la recuperación en EE. UU. dura en llegar, igual habrá que esperar en Costa Rica. Pero hay algunos signos de esperanza. Los brotes verdes de recuperación observados en EE. UU. también han provocado brotes similares en la producción nacional. Según reportamos en nuestra edición del pasado lunes, la industria manufacturera ha atenuado la contracción de la producción total del país y otros sectores también se han comenzado a estabilizar. La industria –sector con más peso en la composición del PIB del país (23 por ciento)– varió significativamente su caída interanual, pasando de un -5,1 por ciento en marzo a -2,2 por ciento en junio. Pero si se analizan las cifras de enero a junio de este año, notamos un crecimiento positivo de casi el 3 por ciento. El comercio, que es el principal empleador, dejó de caer, al igual que la construcción. Y en agricultura notamos una levísima variación en la tasa que la vuelve cada vez menos negativa.
¿Podemos sacar alguna conclusión sobre los factores que han hecho posible que la economía toque fondo? En el caso de EE. UU., la FED lo atribuye, en parte, a los estratégicos programas de salvamento a las empresas, incluyendo la ayuda fiscal, aumento (multimillonario) del gasto público y la política expansiva de la FED, y, también, al proceso mismo de corrección de precios del mercado, particularmente en bienes raíces.
En Costa Rica, donde el Plan Escudo fue muy tímido y cuantitativamente poco representativo, la recuperación no se puede atribuir a él, excepto la construcción, que ha comenzado a estabilizar su caída gracias al incremento ocasionado por el sector público. El Banco Central ha contribuido un poco al suavizar la contracción de la liquidez experimentada entre mayo y octubre del 2008, cuando el tipo de cambio comenzó a crecer, el Banco Central a intervenir y se secó el mercado. Sin embargo, las tasas reales de interés todavía son muy elevadas, habida cuenta de la menor inflación. Sería muy beneficioso que se redujeran para estimular la producción, pero sin alentar la inflación hacia el futuro. He ahí todo un reto para el Banco Central.