El Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire (CERN) es una organización para la investigación científica fundada a principios de 1954 por 12 países europeos. La institución, con sede en Ginebra, Suiza, es hoy un modelo de colaboración internacional y constituye uno de los centros de investigación de mayor renombre mundial. Ya tiene 21 países miembros y otro tanto de observadores que contribuyen al financiamiento y aportan científicos de alto nivel para la investigación nuclear. El CERN cuenta con aceleradores de partículas y entre sus descubrimientos sobresalen los bosones W y Z. También son los inventores de la World Wide Web (www).
En su novela Ángeles y demonios, el escritor Dan Brown hace referencia al CERN con una alta dosis de fantasía, pero la mención, más allá de su poca correspondencia con la realidad, testimonia la imponente presencia de la entidad. Por eso es motivo de alegría que tres jóvenes costarricenses y uno hondureño radicado en el país, estudiantes de Ingeniería Eléctrica, Física Médica, Informática y Física, participarán durante julio y agosto en los quehaceres científicos del CERN.
El conocimiento puro siempre ha sido objeto de estímulo y reconocimiento social. Nuestra época, la de la economía del conocimiento, exige todavía más una sintonía con las prácticas de producción y análisis de información. En esa materia, el CERN sobresale. Las pasantías de los cuatro jóvenes estudiantes costarricenses en ese laboratorio estimularán su interés científico, lo cual los llevará a profundizar sus investigaciones y, muy probablemente, producirá trabajo académico para beneficiar, por goteo, a muchos otros costarricenses.
Hemos sostenido, desde esta sección, que Costa Rica debe revisar el contenido de sus programas académicos para mezclar adecuadamente la teoría y la práctica. En el mismo sentido se han manifestado los grupos empresariales del país. Experiencias como las que pronto vivirán esos cuatro estudiantes en el CERN son enriquecedoras en altísimo grado y ojalá más jóvenes puedan vivirlas. Es importante, también, estimular el talento femenino en estas ramas del saber para darles a ellas también la oportunidad de participar en actividades académicas internacionales.
Ya son muchos los estudiantes nacionales con entrenamiento en el extranjero. Cuando los jóvenes participantes del proyecto para poner en órbita el primer satélite nacional emprendieron su aventura científica, encontraron mentores costarricenses en la National Aeronautics and Space Administration (NASA). El esfuerzo conjunto de la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE), el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial es una experiencia invaluable para nuestros jóvenes ingenieros y académicos, pero no habría sido posible sin el empeño de los involucrados y de sus centros de enseñanza.
El apoyo para que costarricenses estudien en destacadas universidades del exterior, con independencia del campo del conocimiento, y que a su regreso se desempeñen al menos a tiempo parcial como profesores de las universidades del país, tiene importantes efectos multiplicadores. Los esfuerzos de entidades públicas como el Banco Central, el Instituto Costarricense de Electricidad, la Caja Costarricense de Seguro Social y de instituciones privadas como Cinde y el Incae prometen grandes réditos sociales. Los beneficios son para esas instituciones en primer término, pero también para el país en general.
Auguramos mucho éxito a los cuatro jóvenes alumnos (Andrés Marín, Irving Umaña, Esteban Dodero y Adolfo Ruiz) que se aprestan para participar en el importante programa de entrenamiento del CERN y confiamos en que ese grandísimo estímulo sirva para la búsqueda de una rigurosa formación académica.