La frase reflejó, sin lugar a dudas, el profundo compromiso con la gobernabilidad democrática puesto de manifiesto por los dos candidatos presidenciales que compitieron el domingo en la segunda ronda electoral uruguaya. “Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo nacional. Así se construye una república democrática”, dijo, poco después de conocerse su victoria, el izquierdista moderado Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA), durante un discurso marcado por el tono conciliador. De este modo, además, hizo honor a la consigna de su campaña: “Un cambio seguro en Uruguay”.
Antes de conocerse los resultados oficiales, con encuestas a boca de urna y tendencias iniciales claras, tanto su contendiente, el centroderechista Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN), como el presidente de esta misma divisa, Luis Lacalle Pou, reconocieron la derrota y felicitaron a Orsi. Fue la culminación de una tranquila campaña y de unos comicios realizados con total normalidad y fervor cívico, en los que participó el 89,4 % de los 2,7 millones de electores. Orsi obtuvo el 49,8 % de apoyo, frente al 45,9 % del oficialista, para una diferencia de 95.000 votos.
El proceso demostró, una vez más, la madurez y estabilidad de la democracia uruguaya, que hoy puede considerarse, indudablemente, como la más robusta de América Latina. Esto no quiere decir que el próximo gobierno vaya a tener una tarea fácil, sino que los desafíos, así como las diferencias sobre cómo abordarlos, se enmarcarán en un ambiente de civilidad y respeto, tanto a las instituciones como a las normas y formas democráticas.
La sensatez que Orsi, ungido por el expresidente José Mujica, manifestó durante la campaña y en su discurso de victoria, la desplegó durante diez años como jefe de gobierno en Canelones, uno de los departamentos (provincias) de Uruguay, cargo que dejó con una aprobación superior al 60 %. Por su parte, el FA tiene una amplia trayectoria de gobierno, con tres períodos consecutivos entre el 2005 y el 2020, los dos primeros encabezados por Tabaré Vázquez y el tercero por Mujica. Ahora, tanto la competencia del presidente electo como la capacidad de su partido serán puestas a prueba al frente de la nación, con claros desafíos por delante.
El de arranque será la negociación política, con la oposición y dentro de su heterogéneo bloque partidario; sin embargo, arrancará de una posición cómoda. En las elecciones legislativas del 27 de octubre, que coincidieron con la primera ronda presidencial, el FA obtuvo 16 de los 30 escaños del Senado; en la Cámara de Diputados, se quedó corto, con 48 de los 99. Esto lo coloca en posición para negociar con los tres partidos pequeños para alcanzar la mayoría simple; la calificada, sin embargo, requerirá consenso con los dos grandes bloques opositores: el PN (29 asientos) y el Partido Colorado (17), su aliado para la segunda ronda presidencial.
Más importantes, sin embargo, son los retos de fondo. El que más preocupa a la población es la inseguridad (11,2 homicidios por cada 100.000 habitantes), que se ha deteriorado acompañado de una creciente penetración del narcotráfico. Se suma una economía que, pese a su robustez —o quizás debido a ella— padece un tipo de cambio revaluado, se volvió excesivamente cara para los consumidores y perdió competitividad en algunos sectores, en particular el agropecuario, de gran importancia.
El mayor desafío estructural es una población crecientemente envejecida, que presiona las prestaciones sociales y de salud, así como una pobreza que si bien solo afecta a un 10,1 % de la población —cifra sumamente baja para estándares latinoamericanos—, toca desproporcionadamente a los jóvenes y la acompaña un crecimiento de la desigualdad.
Ninguno de estos y otros temas pendientes es desdeñable; tampoco que, a pesar de la tranquilidad de la campaña, persistan tensiones y polarización. Por eso, dada la solidez institucional del país, su grado de desarrollo humano, la profundidad de la democracia y la responsabilidad de sus principales actores políticos, no dudamos de que sean abordados con razonable éxito.