La educación se ha mostrado como el instrumento adecuado para romper el círculo de reproducción de la desigualdad social . A la vez es considerado el medio propicio para incorporarse al mundo actual globalizado y competitivo.
Costa Rica, hasta donde conozco, no se ha medido cualitativamente con otros países en el campo de la educación. Las comparaciones han sido cuantitativas y la ausencia de analfabetos nos ha posicionado relativamente bien. Eso ha fundamentado la creencia de que somos un país educado, aunque solo seamos escolarizados.
Pienso que un aporte al debate actual sobre el tema sería saber dónde nos situamos en el mundo. Nuestro punto de referencia no debería ser, como siempre ha tendido a serlo, la región centroamericana. Tampoco el subcontinente latinoamericano. Creo que debemos pensar con miras realistas y preguntarnos: ¿Dónde nos ubicamos en el contexto mundial? Sin respuesta a esta pregunta el país corre el riesgo de solazarse en una autoestima mal fundada o, peor aún, de dormirse en los laureles.
Lo que dice la Unesco. Baste un ejemplo para señalar la insuficiencia de verse sólo regionalmente. Un estudio de la Unesco del año 1998 (que no incluye, por cierto, a Costa Rica) sobre el desempeño de estudiantes de cuarto grado en trece países latinoamericanos colocó a Chile, México y Brasil entre los mejores (Cuba obtuvo el primer lugar). Sin embargo, y esto es lo que deseo subrayar, justamente México y Brasil quedaron entre los peores (Brasil como el peor) en un estudio de la OECD (estudio P.I.S.A. de la Organización para la cooperación económica y el desarrollo), al cual me referí en un artículo anterior y que evaluaba las destrezas de jóvenes en lectura, matemáticas y ciencias en los 31 países más avanzados económicamente. En otras palabras, lo que es bueno dentro de parámetros latinoamericanos no necesariamente lo es más allá de esas fronteras. Chile, que quedó segundo en el estudio latinoamericano, también aparecerá malparado en una próxima publicación de la OECD, según reveló The Economist.
Justamente el artículo de esa revista (9/5/2002) señala que la pobre calidad de la educación latinoamericana no obedece a un problema de presupuesto, sino a una organización centralizada a la vez que subregulada. Señala, además, que a los problemas organizativos se suma la resistencia al cambio por parte de los poderosos sindicatos del gremio de educadores.
Este semanario es concluyente: sin transformaciones en la calidad de la educación el subcontinente se quedará en la categoría más baja del mundo.
Estrategia de sobrevivencia. Por su parte, el estudio de la OECD mostró que las diferencias entre países son mayores entre los alumnos en desventaja socio-económica y cultural. De modo que la brecha entre países no la sufren los estudiantes bien situados en la estructura socio-económica, sino todo lo contrario. Incluso en países mal evaluados como México y Brasil, hay un reducidísimo grupo que se maneja a la cabeza del mundo en análisis de lectura y en solución de problemas matemáticos y científicos. ¿Por qué debe ser el buen rendimiento privilegio solamente de unos pocos? En el presente la buena educación generalizada no es solo un asunto de justicia, sino que conviene verla también como una estrategia de sobrevivencia del país en la economía globalizada.
He oído por años opiniones de que Costa Rica podría convertirse en una sociedad de conocimiento, y la presencia de Intel ha alimentado esa idea. Sería mejor no crearnos expectativas que puedan resultar exageradas o, en el peor de los casos, meras ilusiones. Antes que nada, valdría la pena que conociéramos la calidad de nuestra educación en el contexto de las naciones . Una posibilidad sería que se nos incorporara a proyectos como el de la OECD o de alguna otra institución internacional. Con esos resultados tendríamos parámetros para contextualizar nuestras fortalezas y debilidades, a la vez que datos para aportar al debate sobre la educación nacional y los cambios que pudiera necesitar.