Puntarenas, a lo largo de su historia, ha tenido ciudadanos ilustres; verdaderos abanderados del desarrollo cultural y material. Lo menos que podemos hacer para que esas vidas ejemplares motiven a nuestros hijos y generaciones futuras es manteniendo viva su obra.
Valga esta vez destacar el aporte de don Emiliano Odio Madrigal, quien ayudó de manera extraordinaria al desarrollo de la ciudad de Puntarenas y que tuvo un papel determinante en la fundación del Liceo José Martí, máxima conquista cultural de la ciudad porteña.
Reunidos en la ciudad de Puntarenas, el 26 de setiembre de 1941, don Emiliano Odio, junto con don Antonio Retana Cruz, don Ovidio Salazar Salazar, don Augusto Bolaños Víquez, la señorita Isabel Barrantes Amador, don Olman Soto González, don Hernán Bastos Gómez, y recogiendo el sentir de una población deseosa de educar a su juventud, deciden formar la Asociación Centro Educativo Científico, teniendo como misión principal el establecimiento de un colegio de segunda enseñanza.
El Colegio iniciaría labores al año siguiente, sería nocturno, de carácter particular reconocido por el Estado. Los alumnos pagarían una cuota de ¢15 mensuales.
Cuando se analiza el nombre del Colegio, don Emiliano propone el del Apóstol Cubano José Martí, que por aclamación fue aceptado.
El Liceo José Martí abre sus puertas en marzo de 1942, en la Escuela Delia Urbina de Guevara, con una sola sección de primer año. Terminaron el curso ese primer año 28 alumnos.
Los Caites con colegio. En sus primeros años, no todos los puntarenenses estuvieron de acuerdo con la apertura del Colegio, en algunos círculos de “Gente Bien”, no vieron con buenos ojos al Colegio, y se referían a tal acontecimiento con frases “hirientes y burlescas”, como “¿Quién ha visto a los Caites con colegio?”.
Don Emiliano integra desde sus inicios el cuerpo de profesores junto con otros maestros y profesionales distinguidos. Son años de sacrificio y de trabajo tesonero, que se ve recompensado con la primera generación de bachilleres en Ciencias y Letras en 1946.
En 1947, ante la efervescencia política que vivía el país, los fundadores deciden entregar el Liceo a la municipalidad y se define una dirección similar a la del Colegio San Luis Gonzaga; es decir, la Municipalidad delegó la conducción en una Junta Administrativa.
Ese año, por desavenencias con el director, los estudiantes realizaron un movimiento de huelga que contó con el apoyo de los colegios de la Meseta Central. La situación llegó a tal gravedad que los estudiantes en huelga decidieron impedir la entrada al Liceo a los alumnos no huelguistas; esta acción contó con el apoyo de delegaciones de alumnos de otros colegios, que se habían trasladado a Puntarenas. Dice don Emiliano: “El Director pensando en una posible agresión se hizo acompañar por las autoridades. Esa noche los policías con sus crucetas golpearon de manera inmisericorde a los muchachos y la sangre de muchos de ellos salpicó las paredes de la institución”.
Indignado y solidario. Don Emiliano, indignado ante la agresión a sus estudiantes, se puso de parte de los alumnos. Por su solidaridad con los huelguistas, don Emiliano fue separado como profesor de la institución de la que era fundador.
Las autoridades, molestas por la posición asumida por don Emiliano, entre otros motivos, decidieron rebautizar al Liceo José Martí con el nombre de Colegio de Puntarenas.
Tal decisión, sin duda, produjo gran dolor a don Emiliano, un educador identificado con el pensamiento martiano. Pese a ello, don Emiliano no claudicó y, gracias a nuevas gestiones suyas y de los alumnos del colegio, la Junta Administrativa acordó restituir el nombre de Liceo José Martí.
Tiempo después, la Municipalidad decide el traspaso del Liceo al Ministerio de Educación, con lo que perdió su autonomía.
Hoy, don Emiliano ya no está físicamente entre nosotros; sin embargo, su obra predilecta, el Liceo José Martí, sigue formando jóvenes deseosos de superarse, y mantiene orgullosamente el nombre del Apóstol de la Libertad.