Manejar en Costa Rica es peligroso, por la falta de cortesía de los conductores, la proclividad a irrespetar las normas de tránsito y la impunidad conque circula por todas las carreteras del país una legión de irresponsables al mando de un vehículo.
Todo un mundo detrás del volante, pero ¿qué pasa si uno va detrás del que va detrás del volante? Ese es, definitivamente, otro cantar... una experiencia que miles de pasajeros viven a diario.
Resumo, por si a alguna autoridad se le ocurre darse una vueltita de incógnito en una unidad de servicio público, las cinco normas básicas de las busetas que utilizo a menudo.
1) El conductor, indefectiblemente, hace todo el recorrido con un fajo de billetes en la mano, donde va colocando los que le dan y de donde toma los que necesita para dar vueltos. Con frecuencia los acomoda de camino (con la buseta en movimiento, por supuesto).
2) El conductor, si le conviene (y eso depende de la cantidad de pasajeros y del tiempo de que disponga, pues se les cronometra el recorrido) recoge pasajeros donde estén, haya o no haya parada ahí.
3) El conductor acelera o desacelera de acuerdo con las presas, el aviso de que en una parada más adelante hay mucha gente esperando o su propio temperamento, lo que convierte el trayecto en una sucesión de ritardandos y prestos que desajustan hasta el biorritmo más pintado.
4) El conductor, de rigor, le toca el pito a cuanta agraciada (y a veces no tanto) chica se le cruce en el camino y le regala una mirada de manoletina a costa de la vía que tiene por delante.
5) El conductor saluda (usualmente con la mano en que lleva los billetes) a los choferes de los buses que viajan en sentido contrario, por lo general con un giro repetido de los tres dedos que le quedan libres. Cuando el colega es muy amigo se señalan uno al otro con el dedo índice, intercambian miradas y sonrisas y permanecen suspendidos varios segundos hasta que los buses se cruzan.
Y ahora por favor paren, que me quiero bajar.