Pronto hará cien años. El acontecimiento no figura en la historia del país en el que tuvo lugar, pero sabemos de él gracias a Leos Janacek, el gran músico checo fallecido en 1928. Era el primero de octubre de 1905 y Janacek paseaba aquel día de otoño por las calles de Brno, la capital de Moravia del sur. De pronto se encontró ante una columna de obreros que marchaban pidiendo a las autoridades imperiales de Austria-Hungría la creación, en aquella ciudad, de una universidad de lengua checa, como la que ya existía en Praga. Eso era todo lo que pretendían: tener una universidad nacional checa a la que ninguno de ellos podría asistir, pero a la que tal vez podrían aspirar a llegar sus hijos y sus nietos.
El compositor, que había cumplido ya los cincuenta años, fue entonces testigo de la brutal arremetida de la Policía contra los obreros desarmados y vio cómo uno de ellos, un joven llamado Frantisek Pavlik, moría atravesado por una bayoneta en la escalinata de un edificio gubernamental. El asesinato de aquel hombre del pueblo, que de manera pacífica pedía a las autoridades un bien del que de todas manera nunca habría llegado a disfrutar, provocó en Janacek una ira justiciera que lo movió a componer, prácticamente de inmediato y como homenaje a la víctima, una de sus obras más extraordinarias: la Sonata para piano 1.X.1905, "De la calle". El mismo compositor escribió en la partitura el siguiente prefacio:
La blanca escalinata de mármol de la Beseda, en Brno:
Frantisek Pavlik, un humilde obrero, se desploma cubierto de sangre.
Él venía, con su corazón henchido de pasión, a pedir una universidad
Y fue derribado por sus brutales asesinos.
Heroico recordatorio. Alguna vez, delante de una asamblea académica de la UCR, sostuve que el himno sin palabras de las universidades públicas del mundo debería ser la Sonata 1.X.1905, como un heroico recordatorio de que la universidad pública es de todos, aun cuando no todos se puedan servir directamente de ella: por tenerla, y a la vez no tenerla, murió en Brno Frantisek Pavlik; por darnos testimonio de ello, Leos Janacek compuso la sonata y, más tarde, escribiría refiriéndose a ella: "Y yo digo que (las notas musicales) nada significan a menos que ellas estén empapadas de vida, de sangre y de entorno. De otro modo, serán como juguetes casi desprovistos de valor".
Pues bien, esto volvió a mi memoria tras leer la transcripción de la biliosa diatriba que un periodista -graduado, por cierto, en la UCR- le dedicó recientemente a la más antigua universidad pública del país, en un programa noticioso del canal 7. Ese texto, plagado de asombrosas incongruencias, casi esquizofrénicas si tomamos en cuenta la formación marxista leninista del periodista en cuestión, no se nos explica sino ya muy al final, cuando nos damos cuenta de que lo que en realidad provocó la "sacada de clavo" del autor es que un miembro de su familia no obtuvo la nota de admisión que le habría permitido matricularse en cierta carrera de la UCR. ¡Así funciona la objetividad informativa de algunos profesionales del periodismo!
Algo similar ocurrió, hace muchos años cuando, siendo rector de la UCR, fui en compañía del presidente de la Federación de Estudiantes (FEUCR) a solicitarle a un diputado de la provincia de Cartago que ayudara a nuestra institución en un trámite legislativo de importancia para la academia. Ahí, en la entonces llamada soda de la Asamblea Legislativa, el padre de la Patria se declaró enemigo de la Universidad de Costa Rica y, por lo tanto, opuesto a nuestra gestión porque su hija no había obtenido la nota de ingreso necesaria para que fuera admitida en la carrera de Medicina.
Por supuesto, estoy seguro de que si al periodista y al exdiputado se les mencionaran los nombres de Pavlik y Janacek creerían, por muy buenas razones, que son dos mediocampistas de la selección croata de fútbol.