Siempre hubo, en la creencia popular costarricense, un espacio ambiguo compartido por ingenieros y arquitectos.
No todo el mundo sabe la diferencia entre unos y otros, aunque muchos coinciden en que los ingenieros fueron primeros en Costa Rica y por eso realizaron tareas de diseño que hubieran correspondido a los arquitectos.
Estos derechos adquiridos todavía están vigentes y suscitan la controversia sobre si es ético (o legal) que la tarea de diseñar la realicen aquellos que no han recibido suficiente entrenamiento para ello.
En el estado de Texas existe una ley que dice que todo edificio de habitación colectiva debe llevar la firma de un arquitecto. Razones de peso habrá tenido el legislador para agregar un costo extra a la construcción.
Desarrollo urbano. La edificación de nuestras ciudades coloniales estaban basadas en sencillas viviendas de un piso –de las cuales muchas aún perduran– y estuvieron a cargo de constructores que copiaban los modelos foráneos.
Más tarde, el desarrollo económico y social animó a la nueva burguesía a manifestar su bienestar financiero con edificios de corte europeo que necesitaron la super- visión de profesionales en construcción.
El acelerado crecimiento del área metropolitana, a principios del siglo pasado, exigió la formación de técnicos que se hicieran cargo del desarrollo urbano.
Esta necesidad motivó la creación, en 1903, de la Facultad Técnica de la República que luego tomó el nombre, en 1912, de Facultad de Ingeniería, la que pasó a formar parte, en 1941, de la recién fundada Universidad de Costa Rica.
Todavía, en ese momento, no se hablaba mucho de los arquitectos hasta que en 1951, el Colegio de Ingenieros acepta el matrimonio por conveniencia y los integra a sus filas adoptando el genérico nombre de Colegio de Ingenieros y de Arquitectos.
Más adelante, en 1971, se crea una federación de colegios que involucra a arquitectos, ingenieros civiles, electricistas, mecánicos, industriales, topógrafos y, más tarde, tecnólogos.
En ese mismo año se crea, en la Universidad de Costa Rica, la Escuela de Arquitectura, adscrita a la Facultad de Ingeniería, como todavía sigue apareciendo en la actualidad.
Enfoques diferentes. Estos vínculos formales, entre arquitectos e ingenieros, pueden hacer creer que existen estrechas coincidencias entre ambas profesiones cuando, en realidad, hay diferencias de enfoques muy evidentes.
El afamado Santiago Calatrava ostenta ambos títulos, el de arquitecto e ingeniero pero, cuando se le pregunta cómo navega en las dos aguas, prefiere catalogarse como un artista, lo cual lo acerca a la Arquitectura. Los ingenieros apelan más a los valores científicos que a los artísticos, mientras que la Arquitectura les agrega, con el diseño, un mayor valor emocional.
Se habla de la mala ingeniería cuando colapsa un puente por fallas de cálculo, mientras que la mala arquitectura se debe a errores de diseño (de arquitectos o no arquitectos).
La diferencia entre la Ingeniería y la Arquitectura es el factor diseño.
En las Escuelas y Facultades de Arquitectura se pone énfasis, a lo largo de la carrera, en el diseño arquitectónico, cosa que no ocurre en otros ámbitos.
El diseño no se refiere solo a los edificios bonitos ya que estos implican mucho más que la belleza: también la utilidad y la solidez. Lo que Vitruvio sintetizó en firmitas, utilitas, venustas.
El buen diseño es una experiencia de la percepción del arquitecto que hace los espacios acogedores, íntimos, dinámicos, luminosos, sorprendentes, poéticos.
El buen diseño crea lugares para moverse, observar, conversar, reposar y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
La diferencia de la que hablábamos consiste en que los estudiantes de Arquitectura son entrenados en descubrir las variadas percepciones de la realidad para escoger el diseño más adecuado para nuestro bienestar.