¿Cuánto vale la vida de un niño? Extraña pregunta… Muchos diríamos que la vida de un niño no tiene precio, pero, por desgracia, en nuestro país algunos le han dado un valor de ¢300. Sí, como lo están leyendo; este valor se lo han dado los irresponsables que venden pólvora a los menores de edad. No miden las consecuencias, no les importa que les estalle en el bolsillo de su pantalón y les ampute la extremidad o pierdan la vida; o que una chispa les dañe los ojos. Lo importante para ellos es ganarse esos ¢300, aunque estén manchados de sangre, de dolor y de muerte.
Este diciembre ha sido especialmente trágico, 11 menores han sido internados en el HNN a causa de graves quemaduras ocasionadas por la pólvora que un adulto mercantilista les vendió. Aún, a Dios gracias, no hay muertes que lamentar; pero faltan días de celebración y, por ende, muchos días de riesgo.
¿Lo haría con sus hijos? Hago un llamado a la población para que denuncie las ventas ilegales de pólvora, a los padres para que vigilen más a sus hijos, a los vendedores ilegales para que le den a la vida de nuestra niñez su valor real. Les pregunto: ¿Les darían ustedes pólvora a sus hijos, sobrinos o nietos?
Si de algo se trata el mensaje de la Navidad, es de pensar en los demás y anteponer nuestros mezquinos intereses en aras del bien común, es la celebración de la vida, del nacimiento de un niño que trajo un mensaje de esperanza para la humanidad. No destruyamos este mensaje, no matemos al Niño Dios por medio de las muertes y lesiones de menores inocentes, que no ven en la pólvora la dimensión de su real peligro. Los adultos tenemos la última palabra.