En el artículo “¿Un desastre eléctrico?”, publicado en La Nación , el 10 de febrero pasado, don Rodrigo Altmann insiste en la necesidad de considerar la producción de gas de síntesis usando combustibles fósiles para generar electricidad.
Esta conclusión está relacionada con una propuesta de una planta térmica que un grupo comercial que él representa viene realizando desde hace cuatro años, cuya inconveniencia el ICE ha demostrado reiteradamente con fundadas razones económicas y legales. Aun así, don Rodrigo cuestiona nuestro modelo de generación eléctrica que ha permitido satisfacer con fuentes de recursos renovables la demanda eléctrica en más de un 95 % en los últimos años. Dicho sistema está basado en un 80% en plantas hidroeléctricas, cuya producción es muy variable al depender del clima. Como el servicio eléctrico se debe prestar las 24 horas, los 365 días del año, el ICE ha incorporado otros medios de generación que permiten satisfacer el servicio, independientemente de estas condiciones.
El ICE actúa con previsión. Una de las medidas más importantes fue la construcción, en la década de los setentas, del embalse de Arenal, que almacena un 20% del consumo eléctrico anual. Asimismo, desde la década pasada, se inició un importante desarrollo geotérmico que hoy suple un 15% de las necesidades de electricidad. También se inició la instalación de generación eólica, que se complementa con la generación hidroeléctrica, ya que los mayores vientos se dan en el verano. Sin embargo, se pueden presentar condiciones críticas en años muy secos, y durante unos tres meses cada año –febrero a abril–, los caudales de los ríos disminuyen marcadamente. De ahí la necesidad de contar con plantas térmicas que utilizan mayormente diésel. Este tipo de generación mediante el uso del petróleo es cara y, además, el impuesto a este combustible supera el 60%. A pesar de ello, representa un seguro para que el ICE pueda garantizar el suministro, llueva o no, con una alta confiabilidad. Al final, por su uso reducido (5% del total), repercute muy poco en la tarifa final.
Desafortunadamente las restricciones establecidas por el Poder Ejecutivo condujeron a reprogramar la fecha de entrada de una nueva planta térmica (Planta Garabito) hasta mediados de junio del 2006 y, consecuentemente, a revisar nuestras proyecciones y prever las medidas correctivas, pensando en los veranos del 2005 y el 2006. Si se presentaran situaciones críticas, la probabilidad y la magnitud del faltante sería mínima. La potencia requerida en estos casos oscila entre 20 y 65 megavatios, cifra que representa solo el 2% de la capacidad instalada. Para evitar cualquier faltante, se han planteado varias opciones, entre ellas la importación de energía. Gracias a las interconexiones eléctricas, normalmente el ICE vende energía hidroeléctrica cuando le sobra y compra energía si el precio le resulta conveniente; esto ha permitido un balance positivo de $50 millones en los últimos años. Sin duda, es una buena decisión aprovechar la generación de países vecinos cuando ello resulta beneficioso .
Falsos argumentos. Por otra parte, don Rodrigo plantea el falso argumento de que el Centro de Generación Térmica de Moín no tiene uso, por lo que, en vez de importar energía o instalar una nueva planta térmica, hay que usar esa planta. Precisamente la necesidad de la Planta Garabito y la conveniencia de importar generación obedecen a que, ante una situación crítica de sequía, Moín sería insuficiente para garantizar el suministro. En conclusión, don Rodrigo cuestiona un modelo exitoso, así reconocido en el reciente estudio de CEPAL: “Evaluación de diez años de reforma de la Industria Eléctrica del Istmo Centroamericano” (www.eclac.cl/mexico/), que resalta la capacidad de Costa Rica para desarrollar los recursos naturales renovables, su alto grado de electrificación, las bajas tarifas y el sistema de fijación de tarifas según el principio de servicio al costo. Así, sugerir un desastre eléctrico para viabilizar un proyecto antieconómico y jurídicamente cuestionable, que aumenta la dependencia de nuestro país de los combustibles fósiles importados, confunde y resta mérito a los logros alcanzados por Costa Rica.