Lamentable realidad la de los "biombos" hospitalarios, donde peca tanto el que lo fomenta como el que no lo denuncia o el que lo solicita. Sin embargo, sin afán de defender tan funesta y nefasta práctica, al menos soluciona un problema de salud a una persona. Igual o peor de lamentable es el hecho de los funcionarios que "roban" tiempo a las instituciones, llegan tarde y se van temprano, no realizan en todo el tiempo que les sobra actividades tendientes a mejorar la atención del servicio que prestan ni a contribuir al crecimiento de su institución ni a la docencia o a la investigación. Simplemente hacen el trabajo diario en menos tiempo del contratado, no por su gran eficiencia sino por que su trabajo es tan mediocre que no genera retos tendientes a la excelencia. La ley del mínimo esfuerzo es su filosofía. Son los empleados "electrón", todo el mundo sabe que existen pero pocos los han visto.
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo señaló el robo de tiempo corrupción también como uno de los más frecuentes en los hospitales de Latinoamérica.
Es tiempo oportuno para discutir estas y otras cuestiones que atañen el quehacer hospitalario. El gremio médico, que tanto ha hecho por la mejorar la salud del país y colocarlo a la vanguardia mundial en logros globales para la sociedad, no puede permitir que "las manzanas podridas" enturbien esta trayectoria.
Las autoridades de salud y hospitalarias deben identificar a esos malos funcionarios y denunciarlos, eliminarlos de nuestras instituciones, son un peligro para los pacientes y una fuente de descontento entre los funcionarios que sí realizan sus labores de manera eficiente y adecuada.
Plantear el verdadero significado de la ética médica debe ser punto principal en la agenda del Colegio de Médicos y en el quehacer médico cotidiano, tema de discusión con los estudiantes de medicina, una forma de vida, no solo una posición filosófica.
Dichosamente los malos son los menos y en los centros hospitalarios hay profesionales que se esfuerzan por llevar atención de calidad a los pacientes que atienden.
No claudiquemos en la defensa de los altos valores éticos y morales que son el pilar de la profesión médica; denunciemos sin miedo a los corruptos: tarde o temprano serán identificados.