Las relaciones de Corea con América Latina han evolucionado desde la primera migración coreana en México, en los inicios de siglo XX. Sin embargo, el nivel de intercambio con esta región ha sido relativamente inferior, comparado con las relaciones con Estados Unidos, Japón u otros países del sudeste asiático; además, es comparativamente inferior a las relaciones que las principales naciones del mundo tienen con América Latina.
Entre las diferentes razones del escaso acercamiento, están las dificultades geográficas por un lado; es decir, sigue siendo una zona muy distante desde Corea, y por otro, la crisis económica que ha abatido a la región, las diferencias culturales y el prejuicio de la política externa coreana, que considera a América Latina como una región de menor importancia competitiva.
Con el desarrollo de las telecomunicaciones y el transporte, el proceso de inversión, producción e intercambio comercial se ha ido globalizando y la distancia geográfica ha dejado de ser una barrera en el desarrollo de las relaciones internacionales. Por lo tanto, se considera que la posibilidad de promoción de las relaciones bilaterales entre estas regiones es ilimitada.
Un importante paso. En setiembre de 1996, el entonces presidente Young-Sam Kim realizó una visita oficial a cinco países de América Latina (Guatemala, Chile, Argentina, Brasil y Perú) acompañado por 140 empresarios, la cual fue la primera visita de un jefe de Estado coreano a la región. Durante la visita del presidente Kim, se firmaron varios acuerdos, tales como acuerdos de protección de inversiones, promoción y acuerdos pesqueros, con el propósito de proveer un marco institucional para la expansión de intercambios y cooperación entre Corea y América Latina. Tanto el presidente Kim como sus respectivos anfitriones, estuvieron de acuerdo con la necesitad de reforzar la cooperación entre ambas regiones, particularmente a través de una participación más activa de las empresas coreanas para el desarrollo económico de la región. El comercio y la inversión mutuos han existido; sin embargo, al mismo tiempo, permanecieron a un nivel limitado.
Tradicionalmente, los países latinoamericanos han apoyado la posición de Corea del Sur en la comunidad internacional con respecto a las relaciones intercoreanas. Sin embargo, hay que mencionar que esto no es debido a relaciones cercanas entre Corea del Sur y América Latina, sino más bien por las políticas exteriores de estos países, que comparten posturas ideológicas similares.
Existen además otras iniciativas de acercamiento e intercambio entre Corea y la región, de las cuales podemos destacar acciones bilaterales, multilaterales, gubernamentales y privadas. Corea es un país que cuenta con pocos recursos naturales, por lo tanto, ha dirigido su desarrollo económico a través de la promoción de exportación industrial.
Con el incremento de las exportaciones coreanas a la región, el mercado latinoamericano ha emergido como un atractivo mercado de exportación, al abarcar el 6% de la exportación total en los años 90, un aumento sustantivo si comparamos las cifras de los años 80, que es del 3%. En la década de los 90, entre 1994 y 2000, la exportación coreana a América Latina ha aumentado en un 46%. Al analizar las razones del incremento en las exportaciones, notamos las siguientes características: 1. Una acertada política de reforma y apertura del mercado latinoamericano; 2. Expansión de la inversión debido a la integración regional, tales como Nafta y Mercosur, y 3. El aumento en la competitividad de principales productos coreanos (Kim, 2002).
Desequilibrio comercial. Una causa esencial del desequilibrio comercial es que los países de América Latina no consiguen aumentar sus exportaciones a Corea. Corea abarca solo el 1% en el mercado de exportación de los países de América Latina, mucho menor que la participación coreana en la proporción del total de importación mundial que es el 2%. Las exportaciones latinoamericanas a Corea se concentran en productos como el petróleo, mineral de hierro, productos pesqueros, concentrados de zinc, cobre, hierro y plomo, ferroníquel, y algunos productos manufacturados en la región.
Por su parte, las ventas de Corea se focalizan en productos de alto valor agregado, como las exportaciones de materiales eléctricos, informática y telecomunicaciones, automóviles, productos textiles, que se destacan como los más importantes.
En el tema de la Inversión Extranjera Directa (IED), por regiones, América Latina ocupa el cuarto lugar en términos de recepción del IED coreana, luego de Asia, Norteamérica y Europa. Hasta ahora, Corea ha invertido solo en 6 países latinoamericanos: Bermudas, México, Brasil, Panamá, Argentina y las Islas Vírgenes, con inversiones que superan los 100 millones de dólares. Incluso entre estos, si eliminamos a Bermudas y las Islas Vírgenes, que son países receptores de inversión internacional, nos dejan solamente con cuatro países.
En resumen, puede afirmarse que existe entre Corea y Latinoamérica un interesante nivel de relaciones económicas y comerciales, así como de intercambio científico y tecnológico. Sin embargo, estas vinculaciones están todavía lejos de alcanzar su máximo potencial si se tiene en cuenta las vastas posibilidades de complementación existentes, que requieren el esfuerzo y apoyo de los gobiernos involucrados, así como de los respectivos sectores empresariales, de los institutos de investigación y de las universidades, con miras de aumentar el intercambio entre Corea y los países latinoamericanos.
M.A. Universidad de Kyung Hee, Corea del Sur