Todo ciudadano tiene derecho de decidir si su gobierno es bueno o malo. Los ancianos hablan con nostalgia de buenos gobiernos de antaño, seguros de que todo gobierno pasado fue mejor. Los jóvenes se encogen de hombros pensando que todo futuro gobierno podría ser mejor, y los pobres sonríen con tristeza porque bueno o malo, nada ganan con el gobierno. La pregunta crucial es si tener un mal gobierno tendrá consecuencias reales para el pueblo mal gobernado ¿cómo es un mal gobierno, cuáles son sus señales, marcas e indicadores, y cómo sabe uno cuando lo gobiernan mal?
El Dr. Carlos Puppo, pintoresco médico que vino al país y llegó a ser médico director del Banco Nacional de Seguros, escribió en1935, en su ameno y curioso libro Nuestros males. Principios sanitarios que nadie debe ignorar: "Dicen los campesinos que no han leído la Cartilla Cívica de don Ricardo Jiménez, cuando les hablan de elegir Presidente, que ningún cinco se echan a la bolsa con el triunfo de cualquier candidato. Sin embargo, con los malos gobiernos, llega menos dinero a manos del pueblo y menos carbohidratos, grasas y proteínas a su estómago; los sueldos se recortan con tijeras muy filosas, faltan cobijas, sobran revoluciones, sube la mortalidad, bajan los nacimientos, disminuye la nupcialidad, aumentan los hijos naturales y las deudas artificiales", para terminar afirmando en tono lúgubre que "ninguna epidemia tiene efectos tan desastrosos como un gobierno malo."
Gobierno de los Tinoco. Lo interesante es que el doctor Puppo elaboró unas curvas con las estadísticas a su disposición desde 1907 a 1934, haciendo algunas observaciones extraordinarias. El aumento de la población mostraba una tendencia creciente durante las administraciones de Ricardo Jiménez, Cleto González, Alfredo González y Julio Acosta, pero bajó a niveles mínimos durante los años 1918 y 1919, cuando dejaron de nacer 12.500 costarricenses que debieron haber nacido de acuerdo con las tendencias normales del período. Curiosamente en esos años el promedio del precio por saco de café subió en un 400 por ciento, subieron las exportaciones, aumentó la riqueza pero se repartió muy mal. Las grasas y proteínas consumidas por la población casi llegan a cero, cayó el consumo de arroz, frijoles, trigo, azúcar, legumbres y frutas. Las cifras de los kilos de proteína consumidos por cada 100 habitantes, y el de alimentos en general por cada 100 habitantes, leche y sus derivados, kilos de lana y seda, y de algodón consumidos, cayó verticalmente.
¿Y cuál fue la tragedia natural o desastre nacional que lanzó al país a semejante abismo? El gobierno de los Tinoco...Mientras los ticos morían de hambre, sin casa, sin ropa, ni la esperanza y la confianza en el futuro como para constituir nuevos hogares y tener hijos, el imponente y gallardo Joaquín Tinoco, coqueteaba deslumbrando a las mujeres montando su caballo negro trotón bien enjaezado, luciendo su pantalón rojo, la guerrera azul con sus hileras de botones dorados, bocamangas de laureles dorados, estrellas plateadas de grado militar y quepis prusiano de color grana.
La administración era arbitraria y corrupta, se silenció la prensa y se creó un sistema de espionaje contra los ciudadanos. La situación financiera del país se agravó debido a las medidas bancarias de obligar al Banco Internacional a disponer de sus ganancias acumuladas y futuras en lugar de seguir constituyendo una reserva como exigía la Ley de su fundación. El costo de la vida se encareció debido a la política monetaria y fiscal equivocada del gobierno, la desaprobación de las monedas de plata y la aparición de los vales para el comercio y el papel moneda, circulando rumores entre el pueblo de que los amigos y parientes de los gobernantes habían sacado el oro y la plata fuera del país. El gobierno no pagaba por igual los giros de los empleados públicos y los usureros compraban las "tercerillas" por una parte mucho menor de su valor y conseguían por influencias políticas o familiares que el Gobierno se las pagara en su valor total.
Elite aristocrática. En los funerales del expresidente de la República José Joaquín Rodríguez, los músicos de la Banda Militar se negaron a tocar porque se les debían tres meses de sueldo, fueron obligados por los militares y después del funeral los encerraron en la cárcel. Los ciudadanos humildes y trabajadores se vieron sometidos no solo al empobrecimiento sino a la humillación.
¿Y quiénes eran esos gobernantes que arrastraban al país a la tragedia nacional? Eran elegantes miembros de la elite aristocrática. Don Federico, el señor Presidente, era un político profesional y un hombre de gabinete que sabía todas las artes de la triquiñuela y la matráfula politiquera y usaba cejas postizas y peluca. Sin mayor preparación académica y con un alma de burócrata oportunista, era un hombre culto y bien informado, como todos los miembros de la aristocracia local. La Primera Dama era doña María, la hija del esclarecido don Mauro Fernández, dama conspicua de la alta sociedad, letrada, escritora, teósofa y mujer de gran cultura. La pareja presidencial era realmente principesca, socialmente distinguida, de familias de alcurnia, con excelentes relaciones diplomáticas. Don Joaquín era un militar con aires de caudillo y exquisitos modales, apuesto y seductor, rendía a las mujeres a su paso de porte distinguido, practicante de los deportes más aristocráticos como la equitación, el polo y el tiro, además, desde luego de las aventuras y conquistas amorosas propias de un príncipe.
El gabinete era realmente de lujo. El Secretario de Gobernación era el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, don Amadeo Johanning Morales; el de Fomento fue el General don Juan Bautista Quirós, el de Hacienda Oscar Rohrmoser y nada menos que el humanista y educador Roberto Brenes Mesén fue el secretario de Instrucción Pública, León Cortés Castro y el historiador y literato Ricardo Fernández Guardia, completaron un gabinete brillante y destacadísimo. El gobierno de Tinoco contaba con el apoyo de figuras de extraordinario relieve nacional como los expresidentes Bernardo Soto, Ascensión Esquivel, Cleto González, el Dr. Durán y Rafael Iglesias y ciudadanos ilustres como Alejandro Alvarado, Fabio Baudrit, Jorge Hine y Otilio Ulate.
El buen gobierno no es el que nombra mayor número de académicos, humanistas, escritores y filósofos, ni el que actúa con mayor elegancia, brillantez y boato bajo el mármol del Teatro Nacional. El mal gobierno es el gobierno de los patricios, para los patricios y por los patricios, en los que el pueblo queda al margen, como espectador de la mascarada del poder, víctima del despojo de la riqueza que crea con su trabajo, humillado por los príncipes y princesas que bailan valses en el foyer del Gran Teatro del Poder. Cualquier parecido del retrato hablado que he hecho de un mal gobierno con los gobiernos recientes, no puede ser mera coincidencia... Si, tiene razón el doctor Puppo, un mal gobierno es peor que el cólera, la malaria, el dengue y la tuberculosis juntos.