Columnistas

Una sociedad sin caridad está condenada al fracaso

Los más vulnerables y frágiles entre nosotros dan testimonio de aspectos a menudo olvidados de la dignidad humana: resiliencia, solidaridad, dependencia mutua, confianza en Dios y en los demás, y gratitud

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Cada Pascua, los cristianos recuerdan cómo en la Última Cena, en vísperas de la crucifixión de Jesús, la esperanza parecía perdida. La mayoría de los amigos más cercanos de Jesús estaban a punto de negarlo y abandonarlo. Todo lo que le esperaba era tortura y una muerte atroz. Pero, en ese momento de desesperación, Jesús se ofreció a sí mismo como un don para todos, dando pan a los discípulos y diciendo: “Este es mi cuerpo, entregado por ustedes”. Este acto de esperanza se prolongó hasta la mañana de Pascua, cuando la vida triunfó sobre la muerte, el amor sobre el odio y la entrega divina sobre la avaricia humana.








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