Es un hecho, entramos de nuevo en un mundo peligroso. Los Estados Unidos ven el ascenso económico de China como una amenaza para su hegemonía. Se desataron nerviosismos peligrosos. Obama diseñó una alianza comercial en el Pacífico. Trump la cortó en seco, pero comenzó una guerra proteccionista. Biden dio un giro a la tuerca hacia el terreno bélico: pacto militar con Australia y el Reino Unido, la OTAN poniendo a China como rival estratégico y provocaciones diplomáticas que fragilizan su “ambigüedad estratégica” con relación a Taiwán.
Lo dicho. Volvió la amenaza de choque de civilizaciones. Ahora se demanda que Europa encauce sus políticas de conformidad con los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Josef Braml dice que se quiere obstaculizar a China con una estrategia de desacoplamiento económico, sin considerar los costos que tenga para Europa. Se vislumbra una improbable asfixia económica de China.
Esa démarche no beneficiaría a Europa. Más de 5.000 empresas alemanas tienen asiento en China y su comercio con ella es un 30% mayor que con Estados Unidos. En pandemia, 60 trenes semanales llegan a Duisburgo, en el corazón de Alemania, desde Xi’an, en el corazón de China, enlazadas por la Nueva Ruta de la Seda con Wuhan, Yiwu y Shilong.
Atrapada en un sándwich entre su aliado militar dominante y su socio comercial decisivo, ¿estará dispuesta Europa a sacrificar su prosperidad en el altar de intereses geopolíticos de Estados Unidos? Esa es la pregunta. En el 50.º aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y Alemania, el reciente viaje del canciller alemán a China dio una primera respuesta. Olaf Scholz dijo: “No queremos ni podemos desacoplar nuestra producción de China. Nuevos ejes de poder emergen en un mundo multipolar. Queremos evitar un peligroso retorno a viejas mentalidades de la Guerra Fría. Sin China, no hay forma de asumir, efectiva y colectivamente, las crisis alimentarias, sanitarias y climáticas”.
Es apenas lógico. Debilitadas por una pandemia, guerra en Ucrania, inflación, recesión y desacoplamiento de la energía rusa, ni Alemania ni Europa pueden permitirse más golpes a sus economías. Scholz se atrevió a dar un mensaje promisorio. Señala la posibilidad de que Europa defienda sus propios intereses. Ojalá sea definitivo. El futuro humano depende de ello.
vgovaere@gmail.com
Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.