Es costumbre que muchas personas, entre quienes me incluyo, revisemos con objetividad y crítica constructiva los objetivos planteados durante el año que está por concluir, tanto los alcanzados y los parcialmente realizados, como los que no pudimos cumplir. Los últimos hay que reevaluarlos para definir si continúan como prioritarios o si los dejaremos atrás. Acto seguido es importante enlistar las prioridades para el 2026.
Esta fue una práctica que me sirvió por mucho tiempo hasta que mi hija Andrea, regresando de su maestría, nos impartió una valiosa herramienta que desde entonces sigo aplicando y se ha convertido en una fiel compañera cuando evalúo una estrategia.
Esta herramienta, por su acrónimo en inglés, se denomina SMART. Cada palabra es una hoja de ruta que facilita que esos propósitos que se dejan abandonados, más bien se mantengan con expectativas más realistas y al final, nos conviertan en personas efectivas en el cumplimiento de nuestras promesas.
La primera letra, la S, traducida al español, se refiere a ser específicos y definir muy claramente cuál es la prioridad para este año. Por ejemplo, una muy frecuente es querer regresar al hábito del ejercicio, en ese caso lo correcto sería: ‘A partir del 5 de enero volveré a realizar tal ejercicio tres veces por semana, al menos durante 45 minutos’. En mi caso será: ‘Terminaré el libro a Ambos lados del Atlántico, que versa sobre mis abuelos, escribiendo al menos cinco horas por semana’.
La segunda letra, es la M, y se refiere a ser medible. Usando los ejemplos anteriores cada semana podré medir si cumplí con los tres días de ejercicio y en mi caso, con las cinco horas de escritura. Sigue la A, achievable, que significa realizable. Antes de asumir un compromiso hay que ver si es congruente con nuestras otras obligaciones.
Relevante, es la R, y es la que define nuestro nivel de prioridades, lo que demanda un sincero análisis de conciencia sobre qué es eso especial y meritorio que definirá tu 2026. Por último, la T, que trata sobre el establecimiento de una línea de tiempo para lograrlo. Un propósito, una estrategia y una meta, son puros deseos sin definición en el tiempo.
Espero que esta herramienta les resulte tan práctica como a mí, deseándoles un año 2026 pleno en amor y bendiciones.
nmarin@alvarezymarin.com
Nuria Marín Raventós es politóloga.