Importantes figuras estadounidenses de la academia, la cultura y hasta los humoristas que transitan por la televisión a altas horas de la noche han expresado su temor de que EE. UU. se haya tornado un terreno fértil del fascismo. Desde luego, el fenómeno responde a las andanzas políticas de Donald Trump y su personalidad autocrática.
¿De qué otra forma se podrían considerar los insultos y cuestionamientos constantes contra un distinguido juez federal debido exclusivamente a su origen mexicano? El juez Gonzalo Curiel nació en Estados Unidos y sus credenciales son incuestionables. Nadie, sin embargo, es inmune a las calamidades. En el escritorio de Curiel aterrizaron varias demandas de fraude contra una supuesta universidad de Trump tan selecta que no tiene alumnos y si los tuviera los esconde.
En su obsesión psicótica, Donald no cesa de cuestionar al juez Curiel, y en general a los mexicanos. Hitler y Goebbels seguían similares prácticas contra los judíos para luego arrojarlos a las piras del odio y el exterminio.
Nos preguntamos cómo un autócrata probado se atreve a pretender una candidatura a la presidencia de EE. UU. No me cabe duda de que en su obnubilado universo, Trump no encuentra frenos para moderar su visión y recordar los valores, las tradiciones y la historia de su país.
Tenemos fe en que EE. UU. rechazará las pretensiones presidenciales de Trump, así como en el pasado derrotó los brotes filofascistas de Huey Long y el padre Coughlin allá por los años 20 y 30. Y también que EE. UU. prosiga su campaña tenaz por los derechos humanos.
En la lucha por la democracia y la libertad, Europa también enfrenta hoy los retos de personajes no muy diferentes de los que amenazan los derechos inalienables de la ciudadanía en otros puntos del planeta. Recordemos que en Italia persiste el fantasma de Silvio Berlusconi, amigo del alma de Trump. Con sus puros y damiselas, el magnate y neofascista Silvio fue jefe de Gobierno en Italia en varios períodos. El burlado pueblo italiano logró, finalmente, librarse de él.
En el mismo folio, en los recientes comicios de Austria, el Partido Verde encabezado por Alexander Van der Bellen venció por una fracción del uno porciento al ultranacionalista y neofascista Norbert Hofer.
Por su parte, Hungría no logra salvarse del microscopio occidental debido a los cuestionamientos al primer ministro Viktor Orbán, quien controla el poder desde mayo del 2010. Orbán ha sido considerado un dictador fascista en las tribunas occidentales. Sin duda, la realidad mundial es inquietante.
