La gratitud debe ser uno de los valores más importantes en nuestras vidas. Próximos a la celebración de la Navidad, aprovecho mi columna para expresar mi más profunda gratitud a las personas que están en la primera línea de defensa para la atención y contención de la covid-19.
Hace pocos días se viralizó una fotografía tomada al doctor Joseph Varon, del United Memorial Medical Center, en Texas, cuando amoroso y compasivo abrazaba a un adulto mayor que lloraba desconsoladamente en la unidad de cuidados intensivos porque era el Día de Acción de Gracias y no podía acompañar ni ver a la esposa en una fecha tan significativa.
Una imagen impactante, el reflejo en su verdadera dimensión de la vocación y entrega del personal de salud, que se ha esforzado y trabajado durante meses para millones de personas, cuya demanda no solo es de servicios médicos, sino también de apoyo emocional.
Perder la salud es duro, pero en compañía de los seres queridos la carga se aligera. La covid-19 limitó el apoyo familiar y lo colocó sobre los hombros del personal sanitario, que muestra una vez más su condición de ángeles terrenales al servir amorosamente no solo de apoyo físico y emocional, sino también de puente de comunicación con los seres queridos.
Es así como en Costa Rica hemos tenido también imágenes sobrecogedoras y emocionantes, regalos de amor puro. Hemos visto cómo enfermeras prestan el celular a un enfermo para que se despida de sus familiares; otros perdieron la vida porque se contagiaron sirviendo a los pacientes. ¡Qué entrega!
Igualmente resultan emocionantes las imágenes de policías y simples ciudadanos, quienes, de manera espontánea, desfilan en diferentes ciudades del mundo o tienen gestos de amor y de franco reconocimiento a la gran labor desempeñada por quienes se encuentran al frente de una batalla que lleva diez meses y tomará otros más.
Ellos deben ser nuestros héroes y ellas nuestras heroínas del 2020, y debemos reconocerles que representan lo mejor del ser humano.
Los invito a que en momentos de desaliento —como sé que todos vivimos en diferentes dimensiones durante este año— recordemos a estas personas como fuente de inspiración, de fortaleza y amor. ¡A todos ellos y a todas ellas nuestra profunda y eterna gratitud!
La autora es politóloga.
