En la medida en que los autores del artículo “En defensa del uso medicinal del cannabis” tenían en mente el texto que publiqué en La Nación en días pasados, debo hacer los siguientes comentarios y aclaraciones:
- En mi artículo me referí a las únicas indicaciones aprobadas por LA FDA del cannabis y sus derivados; son las mismas que citan los autores y las únicas aprobadas por la FDA. No hay más. Sin embargo, los autores parecen sugerir que existen muchas indicaciones aprobadas por la FDA y otras agencias internacionales. Eso no es cierto. Si es así, deben ofrecer la lista de todas esas indicaciones y de las agencias, para que los lectores puedan confirmarlo por sí mismos. Más aún, para tratar esas dos condiciones existen otros medicamentos; no es que los derivados del cannabis sean mejores o no tengan efectos secundarios.
- Existen miles de publicaciones sobre posibles beneficios del cannabis y sus derivados; sin embargo, no tienen el grado de evidencia para su aprobación por la FDA. El que solo existan publicaciones no es prueba de evidencia: es prueba de publicación. El lector inquisitivo podría pensar que es curioso que, si existen miles de publicaciones sobre sus supuestos beneficios, solo tiene dos aprobaciones.
- El cannabis (THC) o marihuana es adictivo, lo cual pueden confirmar los lectores en diferentes fuentes de información. No solamente es adictivo, sino que tiene efectos secundarios como los que mencioné en el artículo de La Nación (a los cuales los autores ni hacen referencia ni refutan); también aumenta el riesgo de trastornos mentales y deterioro cognitivo, como ha sido ampliamente documentado y los lectores pueden comprobar en los enlaces que facilito. En el estudio longitudinal de desarrollo humano de Dunedin, Nueva Zelanda, el uso sostenido de marihuana produjo un descenso de ocho puntos en el coeficiente intelectual de los jóvenes que fumaron sostenidamente, comparados con los que nunca fumaron. Este es solo un ejemplo de uno de los estudios metodológicamente más sólidos en desarrollo humano.
- Los entusiastas del consumo de cannabis y sus derivados a menudo intentan justificarlo comparándolo con otras sustancias adictivas, como los opioides y el alcohol. Esta no es una buena línea de argumentación porque tiene implícito que debemos escoger entre los opioides o la marihuana, lo cual, obviamente, no es así. Es como si a las personas les preguntaran: “¿Ya tiene sífilis?, ¿le gustaría una gonorrea?”. Existe otra alternativa: no quiero tener ninguna. Es también débil el argumento porque admite, implícitamente, que la marihuana es perjudicial y adictiva al compararla, como un mal menor, con sustancias que claramente lo son.
- El hecho de que se haya aprobado la ley sobre cannabis para uso medicinal en Costa Rica no es una prueba científica de ningún tipo. La Asamblea Legislativa no es un órgano colegiado científico. La aprobación, por ejemplo, podría ser producto de la influencia del lobby de la industria del cannabis. Estoy totalmente a favor del fomento de las nuevas empresas de todo tipo, especialmente las pequeñas, pero estoy en contra de productos que son un atentado contra la salud pública.
- Hacer afirmaciones sin apoyarlas con referencias científicas asequibles para el lector; decir que el cannabis no es adictivo; afirmar que no tiene efectos adversos serios; atacar a los que hemos estudiado el tema por años, como ignorantes y faltos de preparación académica, es un excelente ejemplo de desinformación, sobre la cual se quejan los autores.
Finalmente, debo reconocer la transparencia de los autores del texto al hacer público que tienen intereses invertidos en que la población consuma cannabis y sus derivados. Personalmente, si la población consume o no marihuana, solamente me importa como un problema de salud pública.
psiqueluisdiego@gmail.com
Luis Diego Herrera-Amighetti es psiquiatra, especialista en niños, adolescentes y salud pública, y miembro de número de la Academia Nacional de Medicina.