Incómodos a más no poder, estudiantes del Liceo de Santa Rita, en el cantón de Río Cuarto, reciben clases sentados en el suelo debido a la falta de pupitres en buen estado.
Impensables escenas tercermundistas de este tipo también se ven en el Colegio Técnico Profesional de Venecia, en San Carlos, y en el Liceo de Río Cuarto, donde no alcanzan las sillas.
En total, 155 secundarias públicas carecen de suficientes pupitres para brindar a los alumnos las condiciones mínimas de un ambiente adecuado para el aprendizaje.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) y los encargados de esas instituciones deberían sentir vergüenza por convertir a los estudiantes, prácticamente, en precaristas de las aulas.
Los responsables alegan que cientos de pupitres de escuelas y colegios se echaron a perder durante los dos años en que los centros educativos estuvieron cerrados debido a la pandemia.
¿Será cierto que durante ese tiempo nadie fue capaz de darle una sacudida al mobiliario de los centros educativos para evitar que las termitas y la humedad hicieran de las suyas?
Si eso fuera verdad, no solo sería evidencia de un imperdonable descuido con los bienes públicos, sino también de falta de sensibilidad con respecto a las necesidades del estudiantado.
Es indudable que la concentración, la toma de apuntes y hasta el estado de ánimo no van a ser iguales cuando un alumno debe recibir lecciones una grada abajo de los afortunados que sí tienen silla.
¿Cómo impactan estas deplorables condiciones en el rendimiento académico de niños y muchachos? ¿Pueden contribuir a ensanchar las ya de por sí grandes brechas educativas?
De acuerdo con la Dirección de Infraestructura del MEP, hay un faltante de 14.515 pupitres, pero solo hay dinero para 5.640, eso sí, suponiendo que lo entregarán este año.
Frente a esta triste realidad, profesores, padres de familia y alumnos han tenido que acudir al ingenio, a pedir donaciones, o sacar tiempo y dinero para restaurar aquellos pupitres que todavía son utilizables.
Soluciones similares han tenido que buscar otros centros educativos para arreglar aulas, construir sanitarios o reparar gimnasios. La incapacidad del MEP para resolver sus problemas de infraestructura es preocupante.