Columnistas

Página quince: Figueres fue un demócrata como no hemos tenido otro

El gobierno democrático en toda su verdadera dimensión nunca se logrará porque, para ello, tendría que estar conducido por ángeles.

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El poder como facultad y jurisdicción para gobernar democráticamente se legitima, no tanto por su origen como por la forma de ejercerlo. En consecuencia, no es cierto que el requisito indispensable para considerar democrático un gobierno sea el de haber sido elegido por la voluntad popular. La legitimidad la da la forma de gobernar, y no precisamente el voto popular.








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